Las zonas de Ucrania, Rusia y Bielorrusia afectadas en 1986 por el accidente de la central nuclear de Chernobil vivirán durante los próximos nueve años una «década de recuperación y desarrollo sostenible», según la resolución adoptada ayer por la Asamblea General de la ONU.
Un reciente informe del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha sido la base para esta resolución presentada a instancias del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El informe abogaba por el retorno a la normalidad en las comunidades afectadas por el peor accidente nuclear de la historia. «Tras dos décadas, el retorno a una vida normal es una perspectiva real para la mayoría de los habitantes de las regiones afectadas por Chernobil», dijo en ese informe el secretario general.
Adoptada por consenso por los 192 miembros de la ONU, la resolución diseña un plan de desarrollo para fomentar la creación de empleo, promoción de inversiones y desarrollo comunitario en las regiones afectadas hasta 2016. Asimismo se destaca la importancia de transmitir las conclusiones del Foro de la ONU sobre Chernobil, que en 2005 confirmó que los habitantes de esa zona no tienen que vivir con el temor de contraer enfermedades graves. «Mediante una colaboración estrecha con los tres gobiernos, nuestra meta es que la vida vuelva a la normalidad, las comunidades asuman las riendas de su destino y la zona logre superar el estigma que acarrea», dijo el administrador del PNUD, Kemal Dervis.
Y es que los efectos del accidente nuclear que sacudió hace dos décadas la ahora desaparecida Unión Soviética fueron «mucho menores de lo que originalmente se temió», según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ello se debe a que la inmensa mayoría de los 5 millones de personas que vivían en la zona clasificada como afectada por la radiación que emanó de la central estuvieron expuestas a dosis muy bajas. Según la ONU, la principal consecuencia fue el profundo impacto psicológico que sufrió la población, en forma de ansiedad, miedo permanente y estrés. Así, los promotores de la resolución esperan que la adopción del texto disipe «los miedos, los mitos y la confusión» que todavía permanece sobre los niveles de radiación en la zona.