La Unión Europea (UE), EE.UU. y Japón han orquestado un despliegue logístico sin precedentes para calibrar si los cálculos vigentes sobre la evolución del agujero de ozono que cada primavera austral, otoño en nuestro hemisferio, se abre sobre la Antártida desde hace 20 años, son correctos o necesitan retoques.
Financiado íntegramente por la UE, este proyecto, denominado QUOBI, ha conseguido poner de acuerdo a 17 países, España entre ellos, y programar ensayos en nueve bases antárticas de distintas nacionalidades (dos argentinas, dos estadounidenses, una chilena, una japonesa, una australiana, una francesa y una alemana).
Después de casi tres años de retrasos y aplazamientos, el día 14 se lanzó la primera de los varios cientos de ozonosondas químicas que de aquí a octubre saldrán propulsadas en globos hacia la estratosfera, a unos 30 kilómetros de altura, donde se gesta la destrucción de la capa de ozono que protege la vida en la Tierra de la letal radiación ultravioleta.
Las sondas medirán la cantidad de ozono en la atmósfera y su eficacia depende de la exacta coordinación entre las bases y de precisos cálculos sobre la dinámica de las masas de aire en circulación. España trabajará desde la base argentina Belgrano II.
La Antártida se encuentra sumida ahora en su larga noche polar, en pleno invierno austral, lo que añade dificultades al tremendo esfuerzo logístico requerido. El programa incluye también el lanzamiento de radiosondas para compilar información meteorológica que permita afinar las predicciones sobre el clima antártico.
El adelgazamiento de la capa de ozono tiene un claro responsable, la actividad humana, las industrias, la contaminación atmosférica por clorofluorocarbonos (CFC´s) y otros gases; y tiene también un protagonista casi absoluto, el vórtice polar; su forma y su movimiento determinan el tamaño y el comportamiento del agujero de ozono sobre la Antártida.
El vórtice polar antártico es una especie de «región» con vientos muy fuertes en la baja estratosfera, que generalmente circunda todo el continente blanco. Dentro del vórtice o jet polar nocturno se registran las temperaturas más bajas y, una vez se levanta la noche polar, las mayores pérdidas de ozono. Se forma en mayo y durante toda la noche polar permanece fijo sobre la Antártida; el frío extremo de las capas altas de la atmósfera aprisiona el aire dentro de esa especie de «cerco» y cuando comienzan a llegar los rayos de luz, la destrucción es masiva y muy rápida.
Este comportamiento extremo hace a la Antártida el lugar ideal para analizar tanto el vórtice como el agujero que crea a partir de julio y agosto.