Valencia, Barcelona y Zaragoza se encuentran en el podio de las ciudades españolas con un mayor uso de su sistema de bicicleta pública. Así lo señala un estudio reciente que destaca también la reducción a la mitad del número de dichos sistemas en España. No obstante, las urbes que lo han mantenido han aumentado sus unidades y estaciones. Este artículo enumera las ciudades que más usan la bicicleta pública, aborda que la bicicleta pública en España es más un “suflé” que una “burbuja” y aporta ideas acerca de cómo recuperarla y mejorarla.
Las ciudades que más usan la bicicleta pública
Valencia es la ciudad de España con el mayor grado de uso de su sistema de bicicleta pública, seguida en este orden por Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Bilbao, Madrid, Málaga, Elche, Donostia-San Sebastián, Castellón, Valladolid y Albacete. Así lo señala el estudio «El Estado de la Bicicleta Pública en 2014«, que ofrece los datos más recientes comparando 30 urbes de nuestro país. El resultado es similar al cotejar el número de préstamos por estación y día y el análisis del impacto usando el número de préstamos por habitante.
La bicicleta pública se ha deshinchado en EspañaLas comunidades autónomas que más sistemas tienen en funcionamiento son Comunidad Valenciana, Castilla y León, Galicia y Comunidad de Madrid. En cuanto a las que tienen el mayor porcentaje de sistemas que han cerrado se encuentran Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y Murcia. El informe aporta también un mapa (en la imagen) que ubica los sistemas que siguen en marcha (los iconos azules) y los que han desaparecido (los puntos grises).
El estudio señala que los municipios pequeños de entre 20.000 y 50.000 habitantes han instalado la mayor parte de los sistemas, pero es en los grandes donde se mantienen en funcionamiento en su mayoría. Las localidades de entre 100.000 y 500.000 habitantes acogían en 2014 a más de la tercera parte de los sistemas activos.
Bicicleta pública en España: un suflé más que una burbuja
El trabajo muestra que la bicicleta pública se ha deshinchado en España, ya que la mitad ha desaparecido: de los cerca de 130 sistemas que llegó a haber se pasó a 65 a finales de 2014. Su vida fue más bien efímera, pues la cuarta parte de los sistemas que han cerrado llevaba menos de dos años en marcha.
Según los responsables del estudio, Alberto Castro y Esther Anaya, cabría hablar más de «suflé» que de «burbuja»: «Ha habido un excesivo crecimiento inicial que baja hasta encontrar un punto de equilibrio. Desde 2003 no dejó de crecer hasta alcanzar su máximo en 2010. Desde 2011 hasta 2014 descendió de forma continuada, aunque frenando su caída en su última fase».
La falta de planificación técnica y financiera explicaría esta desaparición. Según Castro y Anaya, «no todos los proyectos se meditaron suficientemente. Solo los sistemas con más medios, mejor planificados o más flexibles frente a la escasez de recursos han sobrevivido».
A pesar de la reducción desde 2010, el número total de bicicletas y estaciones ha subido hasta alcanzar en 2014 cerca de 25.000 y 2.000, respectivamente. Podría concluirse que los sistemas consolidados no solo sobreviven, sino que crecen. Los autores del informe argumentan que los ayuntamientos que han mantenido los sistemas los han vuelto más eficientes en cuanto a los costes, por lo que prevén que «en los próximos años el número de sistemas tienda a estabilizarse en valores más o menos próximos al actual».
Cómo recuperar y mejorar la bicicleta pública
Los responsables del estudio proponen varias ideas para recuperar y mejorar la bicicleta pública en España:
- Plantearse en qué caso es realmente una medida adecuada para las necesidades y recursos del municipio. Para ello es básico hacer un estudio de viabilidad. «Ni es bueno inaugurar un sistema solo porque lo tenga el vecino, ni cerrarlo a las primeras de cambio», afirman.
- Reajustar los costes y tener en cuenta sus beneficios. Los dos principales argumentos esgrimidos para el cierre han sido los precios excesivos o el bajo uso. Ajustar los costes a la capacidad económica del municipio, destacar las mejoras que para el medio ambiente y la salud ofrece la bicicleta o aumentar su empleo con medidas complementarias que no tienen que ser caras, como la creación de zonas 30 km/h para pacificar las vías urbanas, podrían contribuir a ello.
- Aprovecharlo como gran aliado del transporte público. El trayecto hacia cualquier estación (tren, metro, autobús, etc.) de origen y desde la de destino podría realizarse en bicicleta pública y reducir así tiempos. Aumentar la sinergia entre ambos tipos de transporte podría incrementar además su atractivo frente al coche. Para ello se podrían unificar soportes que, por ejemplo, integren en una misma tarjeta chip la bicicleta pública con otros transportes públicos. En cuanto a las estaciones, el uso de placas solares podría ayudar a su desarrollo.
- Mejorar las unidades dispuestas al público. Las bicis podrían ser más ligeras y resistentes, mientras que las bicicletas eléctricas podrían seguir introduciéndose, aunque no siempre serán la mejor opción.
- Mejorar la logística y la ubicación de las estaciones. Se están haciendo diversos estudios en este sentido.
- Trabajar el tema de la equidad, para evitar que estos sistemas den servicio solo a ciertos sectores de la población.
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