El incremento de eventos climáticos extremos provocados por el cambio climático ponen en peligro los bancos de semillas de los bosques mediterráneos, lo que implica una pérdida de fertilidad importante en los árboles y otros efectos colaterales, como las dificultades de los bosques para recuperarse después de los incendios, o la falta de una fuente de alimento clave para otras especies. Esta conclusión se extrae de los resultados de los últimos informes elaborados por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) dentro proyecto CLIMACORN, una iniciativa que «ha puesto de relieve el impacto de las sequías, cada vez más recurrentes y severas en el clima mediterráneo», señala el CREAF.
En la cuenca Mediterránea y la Europa del sur, el análisis de series meteorológicas de larga duración indica que el cambio climático ha provocado ya un aumento significativo de la frecuencia e intensidad de los periodos de sequía en las últimas décadas. En este sentido, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) «ha advertido varias veces de esta vulnerabilidad y de la necesidad de impulsar medidas de mitigación urgentes», recuerda el centro de investigación. La última alerta tuvo lugar en noviembre, en su último informe especial. En este estudio estiman de nuevo que aumentarán las sequías severas en el centro de Europa y la región mediterránea.
Un ejemplo de cómo afecta la sequía extrema en la pérdida de fertilidad de los bosques mediterráneos es el pino carrasco (Pinus halepensis). Los resultados de CLIMACORN publicados en la revista científica «Oikos», evidencian una relación directa entre la sequía extrema y la pérdida de fertilidad de los pinos. «Los períodos de sequía extrema provocan a corto y medio plazo una pérdida de producción de piñas, el aborto de piñas inmaduras, la pérdida de calidad de las semillas y la apertura de las piñas antes de tiempo», según explica el investigador del CREAF que coordina el proyecto, Josep María Espelta. Así, todos estos factores hicieron que la sequía del año 2005 disminuyera en más de un 50% el número de piñones almacenados en los pinos. Si un año después se hubiera producido un incendio, la regeneración natural habría sido muy difícil, resalta el CREAF.