Hace siglos el lince ibérico se distribuía por varios montes mediterráneos europeos, pero su número ha ido disminuyendo progresivamente y concentrándose en la Península Ibérica. En la actualidad, quedan menos de 200 linces ibéricos y entre ellos solamente un puñado de hembras tienen capacidad para criar
En la actualidad, quedan menos de 200 linces ibéricos y entre ellos solamente un puñado de hembras tienen capacidad para criar, lo que le convierte en el felino más amenazado del planeta al borde de su extinción. A principios del XX algunos científicos españoles comienzan a lanzar las primeras voces de alarma sobre la reducción de las poblaciones de algunas especies, entre ellas el lince. A pesar de ello nada se hizo para evitar su disminución y hoy en día es un animal que vive únicamente en núcleos muy reducidos, en Sierra Morena, Montes de Toledo y Doñana, y hasta hace poco en las sierras de San Pedro y del norte de Cáceres, el Algarbe portugués y la parte madrileña y abulense de Gredos.
Las principales causas de esta reducción de ejemplares son la pérdida y transformación de sus hábitats naturales, la caza en monterías, el uso de lazos, cepos y otros métodos de control de predadores, los atropellos en carreteras, el aislamiento y la falta de intercambio genético entre poblaciones y, sobre todo, la falta de alimento. En este sentido, más del 80% de su dieta está compuesta por el conejo, por lo que no resulta extraño que se haya extinguido en aquellas áreas donde los conejos desaparecieron en masa
Más del 80% de su dieta está compuesta por el conejo, por lo que no resulta extraño que se haya extinguido en aquellas áreas donde los conejos desaparecieron en masapor acción de enfermedades como la mixomatosis o la hemorrágico vírica (EHV). No obstante, desprovisto del conejo, los linces ibéricos pueden alimentarse como segunda opción de gansos y otras aves grandes, crías de gamos, pequeños mamíferos y algunos peces. El lince ibérico está protegido en España desde 1966 y catalogado como especie «en peligro». En ese año, la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN) clasificó su situación como la especie de felino más vulnerable del planeta y en 2002 como de una especie «en peligro crítico». En 1994 la Comisión Europea decide apoyar la conservación del lince con fondos LIFE, mientras que las comunidades autónomas desarrollan también diversos programas para su estudio y recuperación de la especie. Por su parte, diversas ONG ecologistas, entre las que destacan WWF/Adena, Ecologistas en Acción, FPNE, y la Fundación CBD-Hábitat, trabajan también en la conservación de este felino.
Según WWF/Adena el panorama parece ideal para conservar esta especie, si no fuera porque quizá puede ser demasiado tarde y porque quedan muchas tareas pendientes por hacer: estudiar el impacto ambiental de aquellas obras que afecten a su hábitat; erradicar la colocación de trampas en el monte; controlar las monterías para evitar la muerte accidental de linces en cotos o su caza ilegal (con ello se podría eliminar hasta el 60% la mortalidad de la especie), aplicando la ley a conciencia. También hay que proteger los últimos vestigios del bosque mediterráneo; hacer permeables las carreteras con viaductos y pasos de fauna y, en el marco de la Directiva de Hábitats de la Unión Europea y su red de espacios protegidos Natura 2000, crear corredores ecológicos que permitan el intercambio poblacional entre los principales núcleos estables. Finalmente, es esencial recuperar las poblaciones de conejos en ciertas áreas, investigando posibles fórmulas para erradicar las principales enfermedades que les asolan. Para conservarlo también es necesario seguir estudiando a este animal, y si bien se están realizando varias investigaciones con las técnicas más modernas de la actualidad, se hace de un modo descoordinado.
El lince ibérico es una especie en sí misma (Lynx pardinus), un mamífero de la familia de los félidos, robusto de mediano tamaño y rabo corto con un pelaje de llamativas manchas y un excepcional sentido de vista y oído, aunque su olfato no es muy agudo. En definitiva, se trata de un “gato grande” de entre 85 centímetros y un metro de longitud desde la cabeza a la cola. En su redondeada cabeza destacan unas largas y espesas patillas y unas orejas que acaban en sendos pinceles. Solitario y huidizo, prefiere las medias luces del atardecer y del amanecer, y descansa las horas de calor refugiado al frescor de la maleza. Al tratarse de un animal sigiloso, utiliza el factor sorpresa para cazar a sus presas, fundamentalmente conejos, en espacios más ralos, con matorrales abiertos y herbazales. Por todo ello, es muy difícil avistar un lince en el campo. Estas condiciones son tan necesarias para el lince que se sabe que la eliminación y transformación del matorral mediterráneo ha sido la principal causa de regresión de las poblaciones linceras hasta 1960. A partir de entonces se suma la drástica disminución de las poblaciones de conejo, provocando que a finales de los 80, el lince desapareciera en el 80% del área que ocupaba en 1960.
Asimismo, los linces mantienen territorios estables a los que sólo permiten entrar a alguna hembra si son machos, o algún cachorro que se niega a abandonar a su madre, si son hembras. La mayor parte de los celos se producen en enero y febrero. La hembra es la encargada de cuidar de la camada – entre uno y cuatro cachorros- hasta que, a partir de los 8 meses, comienzan a buscarse la vida por su cuenta.