La caída del cielo de animales, frecuentemente ranas y peces, se ha producido en diversos lugares del planeta a lo largo de la historia, lo que ha originado toda clase de leyendas y especulaciones. En la actualidad, los científicos apuntan a causas meteorológicas y físicas para explicar un fenómeno sorprendente aunque no tan inusual.
Los vecinos de la localidad alicantina de El Rebolledo recordarán el jueves 25 mayo de 2007 durante mucho tiempo. Tras soportar unos fuertes aguaceros, nadie esperaba como punto final una «lluvia» de cientos de pequeños batracios, que mostraron al resto del país. En este sentido, las lluvias de sapos, ranas, peces, pájaros, y otra clase de animales han sido protagonistas desde la antigüedad de numerosos relatos, crónicas o leyendas por todo el planeta. Por ejemplo, la Biblia describe una intensa lluvia de ranas como parte de las diez plagas que asolaron Egipto.
En épocas más recientes, los periódicos han recogido los testimonios de personas en países y fechas muy diversas que apuntaban al mismo suceso. De esta manera, se habla de lluvia de ratones en la ciudad noruega de Bergen en 1578; de sapos en la aldea inglesa de Ancle; de peces en Singapur en 1861; de serpientes en Memphis (Estados Unidos) en 1877; en España también se describe una lluvia de codornices sobre Valencia en 1880; de cangrejos en Nueva Gales del Sur (Australia) en 1978; etc.
Las ranas y los peces suelen ser los animales más comunes en estas peculiares precipitaciones, que pueden o no ir acompañadas de lluvia común. En algunas ocasiones, los animales pueden incluso sobrevivir al golpe, aunque en otras el fenómeno es tan violento que acaban destrozados. Por otra parte, se han relatado también casos de animales que caían totalmente helados o atrapados en trozos de hielo. Asimismo, los expertos recuerdan que se trata de un fenómeno más habitual de lo que parece.
Explicación del fenómeno
La lluvia de animales ha motivado todo tipo de explicaciones insólitas hasta la llegada de los estudios científicos. Por ejemplo, la creencia de que los animales nacían en los cielos llegó de diversas maneras hasta el siglo XIX. Uno de los primeros en tratar de buscar una explicación científica al fenómeno fue el matemático y físico francés André-Marie Ampère, que señaló como responsable a los vientos de gran intensidad.
En la actualidad, los investigadores apuntan a las trombas marinas como principales causantes de las lluvias de animales. Los vientos producidos por estos fenómenos tienen la suficiente energía como para succionar y trasladar todo tipo de objetos y animales, dejándolos caer de manera concentrada sobre un lugar concreto.
Los últimos fenómenos registrados en España apuntan a la formación de grandes «sistemas convectivos de mesoscala», originados por situaciones atmosféricas de gran inestabilidad, como causantes de estas lluvias de animalesNo obstante, la distinta naturaleza de estos fenómenos conlleva más de un posible causante atmosférico. De forma similar, los tornados también son capaces de provocar este tipo de consecuencias. Además, las trombas recogen fauna diversa y acuática que puede provenir del mar, lagos, pantanos e incluso ríos, pero no sirven para explicar cuando se trata de otro tipo de animales o si se trata de una única especie, como ocurre por ejemplo en el pueblo hondureño de Yoro, cuyos habitantes afirman presenciar todos los años entre junio y julio espectaculares lluvias de peces.
En este último caso, los científicos explican que los peces que «llueven» allí, una variedad de sardina de esta región, aprovechan para desplazarse a contracorriente del río Aguán los cambios de presión de las tormentas producidas por un tipo de nube, denominada «cumulonimbus mammatus», además de la gran cantidad de agua de los chubascos, de manera que consiguen saltar a tierra.
Los últimos fenómenos registrados en España apuntan a la formación de grandes «sistemas convectivos de mesoscala», según explica Jorge Olcina, climatólogo de la Universidad de Alicante, originados por situaciones atmosféricas de gran inestabilidad, como causantes de estas lluvias de animales. La corriente de vientos que desde la superficie -marina o terrestre- ayuda a formar estas enormes nubes arrastrarían a los animales hacia arriba. Y una vez dentro de la nube, las corrientes de viento internas, que llegan a alcanzar 250 km/h., mantendrían en el aire estos cuerpos hasta el desarrollo de las precipitaciones, que los depositarían finalmente en el suelo.
Los estudios científicos no han podido explicar todavía ciertos casos de estos fenómenos naturales, lo que ha permitido a los amantes de lo paranormal seguir lanzando todo tipo de conjeturas. En este sentido, no falta quien considera a los extraterrestres como responsables de los mismos. Por otra parte, la acción de fuerzas y energías misteriosas es también otra de las causas esotéricas preferidas. Su defensor más emblemático, el periodista estadounidense Charles H. Fort, dedicó gran parte de su trabajo a recoger datos sobre estas lluvias de animales.
Por otra parte, la literatura, y más modernamente el cine, han introducido también este tema en algunos trabajos. Por ejemplo, Alejandro Dumas incluye en su obra “El capitán Pánfilo” una lluvia de sapos, mientras que la escritora francesa Colette describe en su libro “Sido” una lluvia de ranas. En el apartado cinematográfico, la película Magnolia, del director estadounidense Paul Thomas Anderson, tiene diversas secuencias en las que aparecen ciertos casos relatados por Fort. Asimismo, el francés Luc Besson introduce en su opera prima “Le Dernier Combat” una lluvia de peces.