Después de que el verano pasado se alcanzaran temperaturas históricas, por la intensa y persistente masa de aire cálido que se instaló en la Península Ibérica, muchos españoles permanecen ahora expectantes ante lo que pueda ocurrir en la nueva temporada estival.
Por el momento, los meteorólogos no esperan otra ola de calor como la de 2003. Más bien, auguran un verano de los habituales. Es decir, habrá días calurosos, «pero no se sucederán durante un periodo de tiempo prolongado como ocurrió el pasado año, y se alcanzarán las temperaturas más elevadas desde la segunda quincena de julio hasta la primera de agosto», explica el jefe de meteorología de informativos de Tele 5, Mario Picazo. Como ocurre normalmente, el verano será más templado en el norte, mientras que el sur registrará valores medios más altos. Picazo confía en que la ola de calor no se repetirá «porque según las estadísticas, dos veranos consecutivos con tan altas temperaturas y durante tanto tiempo no se han producido nunca». Además, el «comportamiento meteorológico de este invierno y esta primavera, que también sirven de patrón para anticipar lo que va a llegar en verano, han sido diferentes. Hemos tenido un invierno más húmedo y templado y una primavera lluviosa, que hacen pensar en un verano menos caluroso». Finalmente, el experto indica que los datos del Met Office británico (el equivalente al Instituto Nacional de Meteorología), que realiza predicciones a tres meses vista, «revelan temperaturas normales para el verano en la Península, ni por encima ni por debajo de los valores habituales».
Carácter frío
Pero en esa estimación general, que parte de modelos «experimentales» de predicción estacional (a tres meses) y que aplican organismos como el Centro Europeo de Predicción Meteorológica, hay un detalle que permite acercarse a un pronóstico más concreto del tiempo que está por venir. Así, para el verano, y según el INM, esos modelos «muestran más bien un carácter frío en la mitad oriental peninsular y el área mediterránea, pero son informaciones a las que, por desgracia, no se puede dar todavía suficiente credibilidad». Son previsiones que tienen un índice de probabilidad de acierto de entre el 60% y 70%. Por eso, los meteorólogos sólo confían en las predicciones a tres días, las más fiables o, como máximo, a 7 ó 10 días.
Más en concreto, el Instituto dice que «la probabilidad de que la temperatura media durante junio, julio y agosto se encuentre por debajo de los valores normales en la vertiente mediterránea es superior al 50%». Hablaríamos entonces de un verano más fresco para las comunidades del Mare Nostrum. Esta hipótesis es avalada también por el director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, Millán Millán Muñoz, quien espera un verano más suave en esta zona y más húmedo. «Es posible -dice- que las tormentas sean más frecuentes en toda la Península, especialmente en Levante».
A la vista de esas tendencias, y siempre con la cautela en la que insisten los meteorólogos, lo más probable es que este verano no arrecie otra ola de calor como la de 2003.