Inaudibles para el oído humano, toda una amplia gama de infrasonidos inunda el planeta. Los científicos están cada vez más interesados por ellos, ante la posibilidad de que podrían ser útiles para predecir desastres naturales. Algunos animales podrían estar valiéndose de ellos para escapar de los peligros, aunque no hay evidencias científicas que lo demuestre.
El infrasonido es una onda acústica de muy baja frecuencia, inferior a los 20 hercios, por lo que se encuentra fuera del espectro acústico humano. Los científicos han descubierto que terremotos, huracanes, tsunamis, avalanchas o tornados generan sus propios y diferenciados infrasonidos. Este hecho abre así las puertas a posibles técnicas que identifiquen estos sonidos hasta el punto de poder adelantarse a los desastres que los emiten.
Los expertos cuentan con sistemas de detección cada vez más precisos, desarrollados en gran parte gracias a la Comisión Preparatoria para la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO en sus siglas inglesas), cuyos sensores instalados por todo el mundo desde 1996 tratan de detectar detonaciones nucleares no autorizadas. En este sentido, gracias a esta red monitorizada, se pudo demostrar en 2004 que un supuesto test nuclear en Corea del Norte fue en realidad el estallido de un tren cargado de explosivos.
Investigadores de la NOAA afirman haber detectado señales de tornados incluso con 30 minutos de adelantoUn sistema similar de sensores en red está siendo utilizado por ejemplo en la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), dependiente del gobierno de Estados Unidos, para registrar los infrasonidos ocultos en las variaciones de la presión del aire antes de producirse un tornado. El objetivo de sus responsables es lograr, tras el análisis de estos datos, sistemas de alerta con una media de 10 minutos de antelación, aunque afirman haber detectado señales de tornados incluso con 30 minutos de adelanto.
Los sucesos volcánicos son también otra línea interesante de investigación. En la Universidad de Hawai creen que un sistema de detección de infrasonidos podría ser muy útil para predecir las columnas de humo y polvo que escupen los volcanes, y que pueden alcanzar más de 9.000 metros de altura. Estas bocanadas podrían ser así evitadas por los aviones, alejándose de sus fatales consecuencias.
¿Pueden los animales predecir desastres?
Algunos animales utilizan estos infrasonidos como sistema de comunicación a grandes distancias. Cocodrilos, hipopótamos o ballenas emiten en estas frecuencias, especialmente idóneas para viajar por el agua. En este sentido, los «cantos» de las ballenas azules pueden alcanzar miles de kilómetros bajo el mar.
Pero no sólo los animales acuáticos se valen de estos sonidos. Por ejemplo, los elefantes emiten unas llamadas con una potencia similar a un concierto de música, aunque en una frecuencia inaudible para el ser humano. Así, diversas investigaciones como en la Universidad de Cornell o en el Instituto Tecnológico de Massachussets están tratando de conocer más sobre los sonidos de estos paquidermos.
Ahora bien, otra cuestión es demostrar científicamente si hay animales que tienen la capacidad de detectar los infrasonidos emitidos por desastres naturales y poder tener la capacidad de escapar de ellos. Ya desde la antigüedad se recogen crónicas sobre animales que habrían escapado antes de un terremoto, e incluso en la antigua China o Japón se utilizaba a ciertos animales para tratar de predecir este cataclismo. Por ejemplo, tras el tsunami de Asia de 2004, se oyeron testimonios de perros que habrían huido, animales de zoo que se habrían recluido en sus refugios, o elefantes que habrían roto sus cadenas para escapar a zonas elevadas.
Sin embargo, los investigadores no tienen pruebas convincentes de que tales proezas sean reales. Por ejemplo, Caitlin O’Connell-Rodwell, científica de la Universidad de Stanford y centrada en el estudio de los elefantes en el Parque Nacional de Etosha, en Namibia, ha visto evidencias de que estos animales pueden sentir la proximidad de grandes tormentas, algo muy diferente a poder notar un tsunami. De hecho, recuerda, una manada que estaba siendo controlada vía satélite en el Parque Nacional de Yala, en Sri Lanka, no se movió en absoluto.
El desconocimiento del mundo de los infrasonidos permite que además del “sexto sentido” animal, se estén generando otras curiosas teorías. Algunos investigadores sostienen que hay ciertos zumbidos a bajas frecuencias que impregnan ciertos lugares y que provocan cambios del estado de ánimo e incluso tendencias suicidas.
En 2003, la artista inglesa Sarah Angliss construyó un enorme tubo, como los que utilizan los órganos, de siete metros de longitud, capaz de producir ondas en una frecuencia de 17 hercios. Después, en un concierto que se ofreció en Londres a 750 personas, se colocó el artefacto de manera que durante algunas piezas musicales se emitía infrasonidos. Tras el concierto, algunos espectadores afirmaron haber notado sensaciones de frío, ansiedad, pena o nostalgia. Sin embargo, como recuerda el físico Alfred Bedard, del NOAA, no hay un consenso científico sobre este aspecto, pudiéndose encontrar estudios a favor y en contra del mismo.