Los suelos afectados por el vertido de Aznalcóllar se han recuperado «razonablemente» transcurridos 12 años desde el desastre ecológico, tal como mantiene un equipo liderado por el Museo Nacional de Ciencias Naturales, adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). No obstante, sus estudios de nematodos (gusanos microscópicos de tierra que son indicadores del estado biológico del suelo) confirmaron el «enorme» impacto de los metales pesados de un vertido de estas características.
El vertido de Aznalcóllar de 1998 afectó a la fauna de los suelos de Doñana y exterminó a varias especies. Algunos nemátodos desaparecieron en los primeros meses del desastre. «La abundancia y diversidad de estos animales se vio afectada de inmediato, pero a la larga los nematodos, por sí mismos, no sufrieron un daño irreparable», confirma Alfonso Navas, autor principal del estudio e investigador en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.
El estudio, publicado en la revista «Nematropica», comparó muestras de la zona no contaminada con muestras de la zona contaminada. Según los resultados, la diversidad y madurez de la comunidad de nematodos fue «significativamente» más baja en el área contaminada que en la no contaminada. «Níquel y cobre parecen ser los metales más tóxicos para la comunidad de nematodos», apunta Navas. «La cuestión no es si los nematodos desaparecen, porque eso es imposible, sino que la nematofauna, que tiene una función biológica y de reciclado de la materia orgánica, sufre un daño y el suelo también se resiente», especifica el investigador. «Hasta que se recuperen los suelos pueden pasar decenas de años», añade.
Un impacto como un vertido de este tipo afecta a la estructura del suelo, de manera que, aunque pueda recuperarse a largo plazo, la función inmediata de la microfauna «queda durante decenas de años alterada», insiste Navas. Al impacto directo del vertido se añade el contenido en metales pesados de la mayoría de estos vertidos.
Los investigadores consideran que en Aznalcóllar se ha realizado una «restauración ejemplar», que comenzó con una respuesta del CSIC y la Junta de Andalucía. Sin embargo, parte de esos suelos continúan afectados por metales pesados, si bien se han inmovilizado por medidas correctoras de naturaleza físico-química.