Los ministros de Transporte de la UE han respaldado incluir a las aerolíneas en el sistema de comercio de emisiones de dióxido de carbono (CO2), lo que supondría imponerles un tope para contaminar, pero preservando la competitividad de la industria aeronáutica europea. «El Consejo está dispuesto a integrar el transporte aéreo en el sistema comunitario de intercambio de cuotas de emisión», señalan las conclusiones aprobadas por los Veintisiete.
Las principales asociaciones de compañías aéreas europeas expresaron la semana pasada su oposición a que se imponga un tope a sus emisiones de CO2 al considerar que ello les supondría un coste adicional de 4.000 millones de euros al año y pondría en riesgo su supervivencia.
El ministro alemán de Transportes y presidente de turno del Consejo, Wolfgang Tiefensee, destacó que la aviación es un sector económico «muy importante» y debe seguir desarrollándose, pero añadió que es necesario que adopte nuevas medidas para luchar contra el efecto invernadero.
Las emisiones de la aviación representan el 3% del total y el 12% de las que produce el sector del transporte. No obstante, aumentan de forma mucho más rápida que las de otros sectores. Las emisiones de la UE debidas a los vuelos internacionales subieron un 73% entre 1993 y 2003 y, según las proyecciones, este incremento llegará al 150% en 2012 si no se toma ninguna medida, y anulará un cuarto de la reducción del 8% a la que la UE se ha comprometido en el Protocolo de Kioto.
La propuesta de Bruselas contempla imponer topes no sólo a las emisiones de vuelos intracomunitarios, sino a todos los que aterricen y despeguen en la Unión. La Comisión Europea ha propuesto que en el primer caso los límites entren en vigor en 2011 y en el segundo en 2012, aunque la mayoría de los Estados miembros pide que la fecha sea la misma en ambos casos.