Más de un tercio de las especies de aves que hay en el continente europeo podrían desaparecer si la temperatura de la Tierra aumentase 1,2 grados centígrados. Ésta es una de las predicciones recogidas en el estudio «Especies avícolas y cambio climático: informe sobre el estado global de la situación», presentado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en la conferencia sobre el cambio climático que se celebra en Nairobi (Kenia).
Los autores del informe señalan si el recalentamiento de la Tierra supera los dos grados respecto a la era preindustrial, hasta el 38% de las aves podrían desaparecer en Europa y el 72% en el norte de Australia.
Desde finales del siglo XIX, la temperatura global del planeta ha aumentado al menos 0,8 grados, principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero que desprende la combustión de combustibles fósiles, como el carbón, el gas o el petróleo.
De las 524 especies de aves europeas, 226 tienen una situación de conservación desfavorable, señala el informe, que advierte de que en Europa ya han aumentado las temperaturas 0,95 grados centígrados desde el año 1900.
Dificultades para reproducirse
El efecto invernadero afecta a las aves de forma directa al modificar las temperaturas, las lluvias y la humedad y, de forma indirecta, cambiando sus hábitats al aumentar el nivel del mar o el uso agrícola excesivo de la tierra y la destrucción de los bosques.
«Los pájaros sufren por el cambio climático en todas las regiones del globo. Los científicos constataron una disminución de hasta el 90% en algunas poblaciones y una incapacidad total y sin precedentes para reproducirse», explica el estudio de WWF.
La organización ecologista apunta, por ejemplo, que la población de pingüinos de las Islas Galápagos se ha reducido a la mitad desde principios de los años 70 del siglo pasado debido a las dificultades de reproducción, un efecto derivado de la escasez de comida que WWF atribuye al fenómeno meteorológico conocido como «El Niño».
Asimismo, en 2004, decenas de miles de aves marinas que anidaban en el litoral norte de Gran Bretaña no lograron reproducirse por «falta de comida y debido a los cambios a gran escala del ecosistema del Mar del Norte», cuya temperatura ha aumentado significativamente.