Las superficies artificiales, la deforestación o la desertificación han aumentado en los últimos años. Así lo evidencia un mapamundi de Naciones Unidas que muestra cómo están distribuidos los diferentes tipos de cubiertas terrestres a nivel mundial. Este artículo explica que la urbanización aumenta y los árboles disminuyen, cómo es la superficie de la Tierra y el crecimiento de la desertificación y la deforestación.
La urbanización aumenta, los árboles disminuyen
La Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO) ha publicado el «Global Land Cover-SHARE«, un mapamundi que reúne toda la cubierta vegetal del planeta. Hasta ahora, esta información se encontraba dispersa, según sus responsables. El trabajo presenta diversos datos, pero de ellos destaca el crecimiento de la superficie urbanizada y el retroceso de las áreas cubiertas con árboles.
La disminución de superficie con árboles se ha hecho patente en los últimos años, según la FAOHace 14 años un mapamundi similar, el GLC2000, impulsado por la Comisión Europea, señalaba que la artificialización del suelo alcanzaba el 0,2% de la superficie de la Tierra. El documento de la FAO asegura que esta cifra ha aumentado hasta el 0,6%. La disminución de superficie con árboles, tanto bosques como selvas, también se ha hecho patente en dicho periodo: se ha pasado del 29,4% al 27,7%.
La desertificación o suelos improductivos o desnudos también es un fenómeno preocupante que ha aumentado en estos últimos años, a tenor de los datos de ambos trabajos: el 13,3% se ha convertido en 15,2% en el mapa de la FAO.
La realización de un informe de estas características es un proceso laborioso. John Latham, director del proyecto, ha explicado que se ha partido de imágenes por satélite, pero luego ha habido que interpretarlas, y se han visitado más de mil lugares de todo el planeta para verificar las conclusiones. Latham reconoce que el mapamundi está más centrado en la agricultura y la gestión forestal y ganadera, pero asegura que tiene suficiente información para dejar en evidencia la fragmentación de los hábitats.
Así es la superficie de la Tierra
El mapa de la FAO indica once tipos diversos de cubierta terrestre mundial con los siguientes porcentajes:
- Áreas cubiertas de árboles (27,7%).
- Suelos desnudos (15,2%).
- Tierras de cultivo (12,6%).
- Pastizales (13,0%).
- Nieve y glaciares (9,7%).
- Áreas de cubiertas de arbustos (9,5%).
- Vegetación escasa (7,7%).
- Masas de agua continentales (2,6%).
- Vegetación herbácea (1,3%).
- Superficies artificiales (0,6%).
- Manglares (0,1%).
La desertificación y deforestación, en aumento
La desertificación es un fenómeno complejo que implica la degradación de tierras en zonas secas y la escasez de agua. La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) señala que cada año se pierden en el mundo 12 millones de hectáreas (la superficie de Andalucía y Extremadura juntas aproximadamente) a causa de la desertificación.
La degradación del suelo afecta de manera directa a 1.500 millones de personas en todo el mundo, según la UNCCD. Víctor Castillo, científico español que trabaja en la UNCCD, explica que el problema incide sobre territorios frágiles donde vive parte de la población humana más pobre. En muchos casos, los efectos de la degradación se manifiestan cuando es irreversible.
Por su parte, la deforestación es otro grave problema ambiental que continúa a un ritmo alarmante en muchos países y hace peligrar la biodiversidad y el porvenir de millones de personas. La destrucción de los bosques se origina por diversas causas: la agricultura de subsistencia en países subdesarrollados; las explotaciones madereras para la obtención de leña, en especial en África Central y Sureste asiático; la construcción de infraestructuras, como carreteras, o la creación de pastos; el establecimiento de grandes ranchos, en especial en Brasil y Centroamérica; y la explosión demográfica de ciertas zonas del planeta.
La deforestación contribuye a la erosión del suelo, que a su vez favorece las inundaciones o las sequías, la pérdida de la capacidad de los suelos para retener los nutrientes o la reducción de la biodiversidad.