Las medusas son un problema cada vez mayor en la costa mediterránea, en especial en Cataluña y Baleares. Pero tampoco se encuentran a salvo otras zonas más frías y en principio menos propicias para estos animales, como las bañadas por el mar Cantábrico. Dolor, picor inmediato, ardor, inflamación, enrojecimiento e incluso sangrado son los síntomas más comunes de la picadura de una medusa. En este artículo se explica cómo evitar que nos pique una medusa, qué hacer si nos pica y cuándo son efectivos los sistemas de contención de estos animales.
Cómo evitar que nos pique una medusa
Si las medusas se encuentran cerca de la playa, hay que permanecer fuera del agua, en especial cuando su número sea elevado. Los socorristas o los responsables de Protección Civil deben ofrecer indicaciones al respecto que hay que respetar.
No hay que tocar nunca una medusa, aunque esté fuera del mar y parezca muertaLas medusas no atacan, sino que pican cuando se contacta con sus tentáculos de forma accidental. Por ello, hay que salir de forma lenta, sin movimientos bruscos, para evitar atraer los tentáculos.
No hay que tocar nunca una medusa, aunque esté fuera del mar y parezca muerta, puesto que las células urticantes de sus filamentos pueden seguir activas y desprenderse del animal. Tampoco hay que alarmarse ante su presencia: la mayor parte de las especies mediterráneas no son peligrosas.
La utilización correcta de cremas solares, además de filtrar las radiaciones solares, actúa como capa aislante frente a tentáculos de medusas y otras especies o substancias tóxicas que flotan en el agua.
Qué hacer si una medusa nos pica
Los síntomas más comunes de una picadura de medusa son un dolor y picor inmediato, ardor, inflamación, enrojecimiento e incluso sangrado. Es muy importante salir del agua, lavarse con agua salada (nunca dulce, ya que podría romper las células urticantes), no rascarse ni fregarse la piel con arena o toallas, sacar los restos de tentáculos si son aún evidentes y aplicarse un choque de frío mediante una bolsa de plástico llena de hielo durante unos quince minutos.
Ignacio Franco, investigador del Centro Oceanográfico de Murcia, perteneciente al Instituto Español de Oceanografía (IEO), explica que la aplicación de frío intenso «por un lado, nos aliviará y, por otro lado, hará que el veneno se degrade en parte y reduzca la intensidad de la lesión, si no ha transcurrido demasiado tiempo. No es aconsejable aplicar otras sustancias como el amoniaco, que irrita la piel, además de no ser efectivo para determinadas especies».
En cualquier caso, es recomendable acudir al puesto de socorristas donde cuentan con materiales de primeros auxilios. Para afinar el tratamiento es muy útil identificar la especie que ha provocado la picadura. Así, para la «Pelagia noctulica», la más común en aguas españolas, se recomienda una solución acuosa concentrada 1:1 de bicarbonato sódico. Pero ante la duda, la aplicación de frío es lo más eficaz. Si el estado de la víctima empeora pasada media hora, se debe acudir lo antes posible a un centro sanitario.
Es importante recordar que se trata de una herida que hay que cuidar para que no se infecte. Una aplicación de un antiséptico como la tintura de yodo y una cobertura mediante vendas ayudan a que se cicatrice la herida.
Sistemas de contención de medusas: cuándo son efectivas
Los responsables institucionales prevén varias medidas destinadas a la prevención, recolección y extracción de medusas en zonas muy cercanas a las playas; a su tratamiento como residuo orgánico; al uso de medidas sanitarias inmediatas después de las picaduras para disminuir su efecto, etc. Estas acciones permiten disfrutar de las playas, señalan desde las instituciones, pero reconocen que no son sistemas infalibles, aunque el riesgo se puede afrontar con garantías.
La instalación de redes para impedir su paso es una de las acciones más conocidas: en el mar Menor (Murcia), por ejemplo, las utilizan desde hace casi una década. Sin embargo, Ignacio Franco señala que para que sean efectivas deben acompañarse del correspondiente estudio científico de las poblaciones, que determinará el momento adecuado de su colocación: cuando ya han dejado de nacer nuevas medusas y han alcanzado un tamaño que les impide atravesar las redes y penetrar en la playa.
En los dos últimos años, la ubicación de redes no se ha llevado a cabo. «En mares abiertos como el Mediterráneo las redes no son útiles», apunta el investigador del IEO, puesto que las medusas pueden salvarlas cuando hay oleaje y fuertes vientos, o cuando menos sus filamentos o sus brazos, debido a la porosidad de las mallas. Además, las redes no solo matan a las medusas, sino también a otras especies marinas.
Otro sistema de contención de medusas es la utilización de barcos de extracción provistos de redes o embudos. Estos barcos recorren las costas de Cataluña, Valencia, Baleares y Andalucía para atrapar el mayor número de medusas posible. Su éxito también es desigual. La recogida con embarcaciones fuera de los 100 metros de la línea de playa solo ha resultado efectiva en contadas ocasiones y con una elevada concentración de medusas.