Aunque los esfuerzos individuales de algunos ayuntamientos nunca faltan, la gran mayoría de la basura municipal española acaba en los vertederos. En los últimos diez años, el reciclado de residuos urbanos solo se ha incrementado tres puntos, según Eurostat, lo que nos sitúa muy lejos del objetivo de la Unión Europea (UE) de reciclar para 2020 la mitad de toda la basura generada por hogares y pequeñas empresas. Pero diversos municipios de nuestro país ya exploran nuevas vías para gestionar con éxito los residuos que generamos. Estos son algunos ejemplos recientes.
Según los últimos datos de la oficina estadística comunitaria, relativos a 2017, en España solo se recicla un 33 % de todos los residuos urbanos. Esto significa que estamos 13 puntos por debajo de la media de la UE, y en el furgón de cola, junto a nuestros inseparables Grecia y Portugal. Alemania, que recicla un 66,7 % de esta basura, Eslovenia (57,8 %), Austria (57,7 %), Bélgica (53,7 %), Italia (47,7 %), Dinamarca (46,3 %) y Francia (42,9 %) encabezan los esfuerzos de reciclaje en el ámbito comunitario.
Avances desiguales
Del mismo modo que el avance en desarrollo sostenible no es homogéneo en España, el grado de conciencia sobre la separación de los residuos es muy desigual. El País Vasco y Cataluña son la avanzadilla en este terreno, aunque los métodos de recogida varían según cada provincia. Una de las últimas iniciativas, en este sentido, la ha protagonizado en fechas recientes el Ayuntamiento vizcaíno de Zamudio, que sancionará a los vecinos que más desperdicios depositen en el contenedor gris, donde se deja el resto de los desechos no clasificables. Como compensación, quienes reciclen más cantidad de basura disfrutarán de bonificaciones.
¿Cómo es posible averiguarlo?, se preguntarán algunos. ¿Hay funcionarios municipales que husmean en nuestra basura para saber si reciclamos o no? No. Nadie husmea. Pero la tarjeta ciudadana con un chip que existe en varios municipios del País Vasco permite saber si un vecino o una familia concreta hacen o no hacen bien las cosas a la hora de gestionar sus residuos. Se trata de una tarjeta con un chip incorporado que sirve para abrir los contenedores, una similar a la de la Seguridad Social o a la del transporte público. Al pasar el chip por el lector, el contenedor se abre, queda registrado el usuario que ha arrojado la basura y a posteriori es fácil saber quién lo hace bien y quién no: quién genera más basura y quién genera menos.
Lo que pretende la iniciativa del Ayuntamiento de Zamudio es simple: que pague más quien no recicle. Y tiene su lógica, pues nadie concibe hoy en día abonar una tasa fija de agua o luz independientemente del consumo. No es lo mismo consumir 10 litros que 10.000 y eso, según los expertos, debería reflejarse también en la tasa de residuos.
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También en el País Vasco, Usurbil, un municipio guipuzcoano situado a solo 10 kilómetros de San Sebastián y perteneciente a la Comunidad de San Marcos, se ha ganado a pulso una merecida fama de hacer bien las cosas en la gestión de residuos. En esta comunidad, integrada por 10 municipios, casi el 80 % de los residuos domésticos acababan directamente en el vertedero. Para dar la vuelta a la situación, se implementó el sistema de recogida de basuras puerta a puerta.
¿Cómo funciona? Primero, desaparecen los contenedores de la calle, con excepción del de vidrio. Cada vecino dispone de un gancho o una especie de percha en la calle para colgar su basura, que es recogida según un calendario. Por ejemplo, la materia orgánica se recoge tres días a la semana alternos; los envases ligeros, dos días a la semana; papel y cartón, un día a la semana; y el resto de los residuos, un día a la semana. Cada familia debe guardar en su casa la basura hasta el día de recogida. Según los regidores municipales, se ha logrado un reciclaje de los residuos urbanos superior al 80 % gracias a este método selectivo, implementado también en 196 municipios de Cataluña, otra comunidad autónoma con conciencia en materia de reciclaje.
Más ejemplos de gestión de residuos urbanos
En el territorio catalán, el 42 % de los residuos ya se recogen separados. Según la Consejería de Territorio y Sostenibilidad, «295 municipios, aproximadamente un tercio de los municipios de Cataluña, alcanzaron una recogida selectiva de más del 50 %».
En Baleares, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados, por ejemplo, camina en la dirección de que pague más quien más basura tire. Es lo que se denomina pago por generación. Lo mismo que se plantea en el nuevo Plan Integral de Residuos de la Comunitat Valenciana. Las autoridades de Medio Ambiente de esta comunidad incluyen como novedades los sistemas ya citados de puerta a puerta o la utilización de tarjetas personales con chip. Con la obligatoriedad de una implantación total en enero de 2021, estos nuevos sistemas de recogida se irán llevando a cabo en las poblaciones con más de 50.000 habitantes.
Fuera de nuestras fronteras, es obligatorio recordar algunos casos de éxito. Milán (Italia), por ejemplo, fue la primera gran ciudad europea en la que se implantó la recogida de residuos puerta a puerta. En este caso, dos días por semana se efectúa la recogida de la materia orgánica de los residuos en bolsas biodegradables que se introducen en un contenedor que hay en cada edificio, mientras que otros dos días se dedican para recoger el resto en bolsas transparentes en otro contenedor de un color diferente. Los residuos de plástico, de papel y de vidrio se recogen en jornadas aparte, una vez a la semana.
También en Italia, en Parma, se aplica este sistema, con el añadido de que se incorpora una tasa variable en función de la basura que se deposite en el equivalente a nuestro contenedor gris (resto de residuos). Este mismo esquema se aplica, por ejemplo, en Munich (Alemania).
Situación límite en los vertederos
De vuelta en España, algunas voces autorizadas, como la de la Asociación de Empresas de Valorización Energética de Residuos Urbanos, indican que la mayoría de los vertederos de nuestro país está «en una situación límite y alcanzando el tope de su capacidad» sin que los ayuntamientos y gobiernos locales tomen las medidas suficientes para frenar los vertidos y su grave impacto ambiental.
Desde luego, no será por falta de legislación. Ya en 2015 se aprobó el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos (PEMAR). Entre sus metas prioritarias, anunciaba la necesidad de reciclar la mitad de todos los residuos urbanos y de reducir los vertidos municipales al 35 % para el año 2020. La realidad, sin embargo, es poco complaciente. España logró sus mejores cifras en materia de reciclaje en 2008. En ese año, se recicló un 40 % y se trasladó a vertederos un 52 % de todos los residuos urbanos generados. Doce años después, no hemos podido mejorar esa estadística.