Tirar alimentos por su aspecto, y no por estar en malas condiciones, es una práctica habitual con un enorme impacto ambiental y económico. Por ello, cada vez más personas se unen al movimiento “comida fea” para llenar su cesta de la compra con estos alimentos, ahorrar dinero y hacer un consumo más sostenible. Este artículo señala qué es el movimiento “comida fea”, las ventajas y desafíos de tomar este tipo de alimentos y las iniciativas interesantes que hay en torno a esta tendencia.
Qué es el movimiento comida fea
Los consumidores tienen más poder del que piensan, porque sus decisiones de compra marcan la tendencia del mercado. Si cada vez más ciudadanos optan por un consumo libre de culpa, los fabricantes deben interiorizar el aspecto ambiental y social, y no solo buscar la máxima rentabilidad.
El movimiento «comida fea» intenta evitar el desperdicio anual de 1.300 millones de alimentos en el mundoEn este contexto, los alimentos levantan una preocupación creciente. Según Naciones Unidas, un tercio de la producción alimenticia anual mundial para consumo humano (unos 1.300 millones de toneladas) se pierden o desperdician. Se estima que esta comida que nunca se ingerirá tiene un coste de unos 364.000 millones de euros anuales. Conscientes de este problema, la Comisión Europea (CE) nombró 2014 como el «Año contra el desperdicio de alimentos» y aprobó diversas medidas con continuidad en 2015 para hacerle frente.
Una parte de los alimentos se tira no por estar en mal estado, sino por cuestiones meramente estéticas: no tienen un aspecto impecable, su tamaño es pequeño, son irregulares, están a punto de caducar, etc., aunque se puedan consumir con todas las garantías alimenticias y sanitarias y el resto de sus propiedades organolépticas. Por ello, el movimiento «comida fea» reúne a personas que quieren reducir este derroche al tomar los alimentos desechados que no encajan en los cánones de belleza.
Ventajas y desafíos de consumir comida fea
Además de reducir la cantidad de alimentos desperdiciados, la iniciativa «comida fea» logra otras ventajas económicas y ambientales:
- Resulta más económico para los consumidores. Este tipo de alimentos «feos», pero en cualquier caso en buen estado, se pueden adquirir de forma más barata, con el consiguiente ahorro para el ciudadano.
- Mejora la rentabilidad de productores y vendedores, y el medio ambiente lo agradece. Al vender estos alimentos, se logra una mayor productividad. Agricultores y ganaderos consiguen así mayores ingresos, pueden reducir el uso de productos químicos industriales y obtienen una mayor satisfacción personal al ver que su trabajo se aprovecha y no acaba en la basura. Los vendedores logran más ingresos y ventas, ya que es mejor vender, aunque sea más barato, que no vender nada y gestionar los residuos generados.
- Favorece la producción local y las especies domésticas. Los productos elaborados de forma local, también llamados de kilómetro cero, ofrecen diversas ventajas para el medio ambiente y las personas. En ocasiones, no tienen buena acogida por su aspecto o porque solo se venden otros de más lejos. Al imponerse unas pocas especies en todo el mundo, la biodiversidad doméstica se pone en peligro. Los consumidores de «comida fea» también llenan su cesta de la compra con estos alimentos locales, lo que contribuye al mantenimiento del comercio local y las especies autóctonas.
- Potencia un consumo más ecológico. Los ciudadanos reducen el abuso del plástico en el embalaje o en las bolsas de usar y tirar, al adquirir estos productos tal cual y con bolsas reutilizables.
En cuanto a sus desafíos, la «comida fea» tiene que enfrentarse a la nada fácil tarea de cambiar los hábitos de compra adquiridos por los consumidores desde hace años. De generalizarse este modo de consumo, los productores tendrán que replantear su forma de trabajo, adaptada a los tamaños y aspectos «bonitos».
Iniciativas interesantes de comida fea
Diversas iniciativas en todo el mundo promueven el consumo de «comida fea». Una de ellas es la del famoso cocinero Jamie Oliver, que ha grabado con su hijo un vídeo para recomendar la ingesta de estos alimentos y ha conseguido casi un millón de visionados.
Una campaña interesante es la de «Fruta Feia» (fruta fea en portugués). Con el eslogan «Gente bonita come fruta feia» («La gente guapa come comida fea»), sus responsables, un grupo multidisciplinar de ingenieros ambientales, diseñadores e informáticos lisboetas, pretenden aumentar la venta de estos productos en su país. Gracias a una campaña de crowdfunding y a un premio de la fundación portuguesa Gulbenkian lograron 20.000 euros para poner en marcha su proyecto. Hasta el momento han conseguido una gran cantidad de puntos de venta en Lisboa, extender el sistema a otras localidades lusas y librar de la basura 71 toneladas de frutas y verduras en un año de actividad.
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