Naciones Unidas recordó ayer a los delegados de la Cumbre de Johanesburgo que el mundo puede «olvidarse» del desarrollo sostenible si no frena la epidemia de sida, que matará prematuramente a 68 millones de personas antes de 2020, según un informe presentado ayer. Una vez demostrado que el VIH se puede prevenir, e incluso convivir con él, para luchar contra la enfermedad sólo hace falta dinero, voluntad de los gobiernos y empuje de la sociedad mundial, señaló la ONU.
Sólo en la cuarta jornada de la Cumbre emergió uno de los temas clave de la asamblea. Hasta el presidente sudafricano, Thabo Mbeki, prefirió «olvidar» en su discurso inaugural el principal problema que asola su tierra. El sida ha matado a millones de personas en Sudáfrica, el país con más enfermos del mundo.
En la presentación del informe elaborado por la Agencia de Naciones Unidas contra el Sida (ONUSIDA) con motivo de la Cumbre de la Tierra, el director ejecutivo de la agencia, Peter Piot, explicó que el sida «arranca al mundo su recurso más preciado, su población». Por eso, la lucha contra la epidemia y la lucha contra la pobreza son «inseparables». «Si la gente que debe encarnar el desarrollo no está viva, no está sana, éste no se producirá», explicó Piot. El sida golpea al sector de la población con más importancia social y económica, la franja de entre 15 y 49 años de edad, «agotando los recursos humanos, boicoteando la capacidad de producción, agravando la pobreza y las dificultades». Y todo ello en todos los sectores de la actividad, desde la agricultura hasta la educación.
En la región más afectada del mundo, el África Subsahariana, donde se encuentran casi 30 de los 40 millones de seropositivos del planeta, la esperanza de vida se ha reducido de 62 a 47 años, lo que se ha reflejado en el sistema productivo: los campesinos ya no se plantean objetivos agrícolas a años vista, sino a corto plazo, lo que dificulta cualquier planificación y que las comunidades prosperen.
Según la consejera sobre sida del Fondo de la ONU para la Población (FNUAP), Helen Jackson, los daños de la epidemia pasan de generación en generación. La población pierde los mecanismos de transmisión del conocimiento al romperse la cadena generacional, por lo que, al morir sus padres, «los niños se hacen adultos con menos capacidades».
El sida genera por lo tanto «una verdadera espiral hacia abajo». El año pasado, un millón de niños africanos perdieron a sus profesores por culpa del sida. De esta forma, subraya el informe de la ONU, «se hace mucho más difícil la reanudación del desarrollo y se acentúan las condiciones que favorecen la propagación de la epidemia».
Piot instó a los delegados de la Cumbre a reconocer en su declaración final que el sida es un desafío «transversal», y que no puede reducirse al epígrafe de «salud». «Es vital que el sida se integre en todas las estrategias de desarrollo -advirtió-, todos los programas e iniciativas deben pasar la prueba del sida».
Sin embargo, hasta ahora la epidemia no parece ser prioridad en la agenda y, de hecho, ni siquiera se mencionaba en el programa provisional de la conferencia hasta que una de las reuniones preparatorias de Bali (Indonesia) decidió incluirlo. «Era como si se hubieran olvidado», lamentó Piot.