Política cero emisiones en Europa
El transporte es responsable de cerca de una cuarta parte de las emisiones de CO2 de la Unión Europea; el 71,7 % proviene del transporte por carretera, según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA). De entre todos los vehículos, los coches son los más contaminantes: son responsables del 60,6 % de los gases de efecto invernadero.
El Pacto Verde Europeo persigue la neutralidad climática en la Unión. En 2035 se pondrá fin a la venta de coches nuevos con motor de combustión, dando así un empuje cuantitativo a la comercialización de vehículos eléctricos. El fin es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte un 90 % en 2050 respecto a los niveles contabilizados en 1990.
Contaminación que no procede del tubo de escape
Sin embargo, no toda la contaminación de un vehículo se produce por la combustión del motor. La que tiene su origen en el desgaste de los neumáticos, de los frenos, de la superficie del asfalto y de la resuspensión del polvo de la carretera durante la circulación (NEE) también debe tenerse en cuenta.
La contaminación de las NEE no está regulada por la Unión Europea. No hay normas que la limiten y tampoco medidas para reducirla. Pero supone la mayor parte de las partículas primarias procedentes del transporte por carretera: el 60 % del total de las PM2,5 (materia particulada de menos de 2,5 micras) y el 73 % de las PM10 (de 10 micras).
¿De dónde proceden las NEE?
El estudio ‘Non-Exhaust Emissions from Road Traffic‘, realizado por el Grupo de Expertos en Calidad del Aire del Gobierno del Reino Unido (AQEG), define cómo son las NEE y de dónde proceden:
🚙 Desgaste de los neumáticos
La superficie de un neumático en contacto con la carretera se desgasta constantemente, provocando la liberación de grandes cantidades de partículas de caucho. La gama de tamaños de estas partículas es inferior a las 10 micras de diámetro (PM10 y PM2,5).
- Las partículas más grandes suelen permanecer en la superficie de la carretera hasta que son arrastradas por el agua de drenaje.
- Las más pequeñas pueden quedar suspendidas y contribuir a la formación de partículas no procedentes de los gases de escape en la atmósfera.
🚙 Desgaste de los frenos
El sistema de frenos en un vehículo estándar origina una fricción entre la pastilla de freno y un disco o tambor. En este proceso se produce una abrasión que provoca un polvo muy fino, pequeñas partículas que, en un porcentaje significativo, pasan a ser aerotransportadas.
🚙 Desgaste del firme
La fricción entre la superficie del neumático y la carretera, además de provocar la abrasión de los neumáticos, también desgasta el firme de la calzada, especialmente cuando éste ya está fragmentado. Estas partículas de desgaste también se liberan a la atmósfera.
🚙 Polvo de carretera resuspendido
El polvo procedente de diversas fuentes (las partículas transportadas por el aire y los productos de abrasión anteriormente citados) se acumula en la superficie de la carretera. Gran parte de este material se encuentra en el rango de tamaño PM10 cuando se deposita en el asfalto; la acción de los neumáticos sobre el polvo de la calzada también provoca una molienda de esas partículas reduciéndolas de tamaño, a rangos de entre PM2,5 y PM10.
Grave problema medioambiental y de salud
Las partículas nocivas de los neumáticos y frenos son un problema medioambiental creciente. Hay organismos que llevan tiempo advirtiendo sobre lo perjudicial que son estos microplásticos para la salud. Un estudio realizado por Emissions Analytics, consultora independiente del Reino Unido, estima que esta contaminación puede ser 1.850 veces peor que la que emiten los tubos de escape de los coches.
Tal y como destaca el informe de la AQEG, las NEE son especialmente importantes en los entornos urbanos por registrarse un porcentaje mayor de frenado por kilómetro. Se calcula que alrededor de un kilogramo de partículas de neumáticos por habitante y año es arrastrado al medio ambiente por el viento y por la lluvia hasta ríos y aguas residuales solo en las ciudades.
La popularidad de los vehículos grandes y pesados, como los SUV, y una mayor demanda de los eléctricos, unos vehículos donde las baterías suponen un importante lastre frente a un vehículo de combustión, ha aumentado estas cuotas de contaminación. De acuerdo con Emissions Analytics, el peso de la batería de un coche eléctrico (una media tonelada) puede provocar que las emisiones de sus neumáticos sean 400 veces más elevadas que las originadas en el tubo de escape de un automóvil equipado con un motor de combustión.
¿Cómo solventar este problema?
A falta de unas directrices concretas por parte de la Unión Europea que atajen el problema ambiental que suponen las NEE, aplicarse el refrán de “muchos pocos hacen un mucho” parece lo más acertado. Hay dos medidas que, individualmente, podemos tomar:
➡️ Prestar atención al estado de los neumáticos
Circular con la presión adecuada y cambiar los neumáticos cuando están desgastados (o caducados) contribuye a una menor fricción sobre el asfalto.
➡️ Realizar una conducción ECO
Cuanto menos se abuse del freno al circular, menor será la abrasión y menores serán las partículas liberadas. Trazar las curvas a una velocidad acorde a las condiciones de la vía, utilizar el freno motor para disminuir la velocidad (en lugar de accionar el pedal de freno) y ajustar la conducción a la circulación (evitando frenazos y acelerones) es mucho más efectivo de lo que se piensa.