A partir de este 26 de septiembre de 2015 entra en vigor la Directiva de Ecodiseño (ErP) de la Unión Europea (UE), que obligará a comercializar los sistemas de calefacción y agua caliente con un certificado de eficiencia energética. Este etiquetado ya se utiliza desde hace años en otros productos de consumo comunes, como electrodomésticos, bombillas o neumáticos. Este artículo señala los detalles sobre los sistemas de calefacción y agua caliente más eficientes, los principales elementos de la nueva etiqueta y por qué se aprueba.
Sistemas de calefacción y agua caliente más eficientes
Los productos de alta eficiencia suponen en la práctica una considerable reducción del consumo de energía. Este hecho se traduce en varios beneficios para el medio ambiente y los bolsillos de los consumidores. Por una parte, se disminuye la contaminación y las emisiones de gases de efecto invernadero, implicadas en el cambio climático y, por otra, se consigue un ahorro en la factura de la cada vez más elevada factura de la luz o el gas.
La calefacción y producción de agua caliente domésticos consumen el 30% de la energía en EuropaEn concreto, los productos que deberán llevar el certificado son, en el caso de la calefacción, las calderas (de gas, eléctricas o de gasóleo), las bombas de calor (de gas o eléctricas) y las unidades de micro-cogeneración (con una potencia eléctrica máxima inferior a 50 kW). Por su parte, los sistemas de agua caliente son los calentadores, ya sean los convencionales de gas, gasóleo o eléctricos, o los que usan energías renovables (energía solar o con bomba de calor), así como los depósitos de agua caliente con capacidad igual o menor a 2.000 litros.
Los productores y vendedores deberán cumplir todos los requisitos, si quieren lograr la marca CE y llegar así de forma legal a los consumidores del mercado europeo. Los aparatos comercializados deberán llevar la etiqueta de manera visible, para que los ciudadanos puedan conocer de manera sencilla sus características energéticas y compararlas con las distintas opciones del mercado.
Con este nuevo certificado, la UE establece unos requisitos mínimos de rendimiento para todos los dispositivos citados y aumenta, de esta forma, las exigencias del mercado en cuanto a la eficiencia en el consumo de energía.
La directiva se aplicará solo a los nuevos productos lanzados al mercado a partir de dicha fecha. Los adquiridos con anterioridad, o que ya estén en los puntos de venta o en los almacenes de los distribuidores, se podrán vender e instalar hasta agotar existencias. Entre 2017 y 2019 se actualizarán las etiquetas con nuevas clases energéticas y nuevos límites en cuanto a eficiencia y emisiones.
Principales elementos de la nueva etiqueta
En el mercado se podrán encontrar dos clases de etiquetas en función de los sistemas de calefacción y de agua caliente a los que se refiera. En la parte superior, bajo el logo de la UE, deberán indicar el nombre del proveedor y el modelo.
Las clases A, A+ y A++, en distintas tonalidades de color verde, indican los productos de mayor eficiencia. A menor rendimiento, las letras descienden de la B hasta la G y en distintas tonalidades que van desde el amarillo hasta el rojo, simulando las indicaciones de los semáforos de circulación vial. El icono de un radiador señala la clasificación para los productos de calefacción y el de un grifo, para los de agua caliente.
Además de la clasificación energética, el etiquetado ofrece en la parte inferior otra información interesante para los consumidores en forma de iconos: el primero a la izquierda señala el nivel de ruido; el segundo, la potencia térmica nominal; y el tercero, el ahorro en agua caliente sanitaria (ACS).
En el otro tipo de etiqueta, los iconos muestran, arriba a la izquierda, las clases energéticas; y, abajo a la izquierda, y de arriba abajo, si posee elementos como colectores solares, depósito de agua caliente, dispositivo para controlar la temperatura y unidad para calefacción suplementaria.
Por qué una nueva etiqueta de eficiencia energética
La UE ha aprobado en los últimos años diversas directivas, como la citada Erp, con el objetivo de reducir el consumo energético y de esta manera hacer frente a desafíos ambientales y económicos de primer orden, como el cambio climático, la contaminación o el abastecimiento energético.
Los consumidores utilizan diversos productos que gastan una gran cantidad de energía. En concreto, los sistemas domésticos de calefacción y producción de agua caliente representan aproximadamente el 30% del consumo de energía en Europa, según un estudio de la Comisión Europea (CE) citado por un informe del fabricante Ariston.
Los autores del trabajo también calculan que si se fabricaran productos con los requisitos mínimos de eficiencia, se podría lograr en 2020 una reducción de emisiones de 136 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) y un ahorro energético anual total equivalente a 56 millones de toneladas de petróleo.
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