Los calores del verano disparan el uso de los sistemas de aire acondicionado y, en consecuencia, el consumo energético. Frente a ello, se pueden asumir ocho consejos para reducir no solo la temperatura, sino la factura eléctrica y su impacto en el medio ambiente.
Vestir de forma adecuada
Utilizar ropa fresca y adecuada al clima contribuye a estar más cómodo en casa o en el trabajo y reducir o incluso evitar el aire acondicionado. Después del accidente nuclear de Fukushima, el Gobierno nipón pidió no usar corbatas y ropa formal para trabajar.
En España, algunas empresas secundan la medida, que ha motivado una de las polémicas del verano. El presidente del Congreso, José Bono, reprochó al ministro de Industria, Miguel Sebastián, que acudiera a la Cámara sin corbata. Sebastián ha recordado que bajar el aire acondicionado un grado ahorra un 7% de energía.
Mantener el cuerpo fresco
Combatir el calor empieza por uno mismo. Estar bien hidratado reducirá la sensación de calor: beber agua, darse una ducha, sustituir las comidas pesadas por alimentos refrescantes, como ensaladas, frutas, verduras o sopas frías. Si se va a cocinar, evitar en lo posible el uso del horno.
Cerrar la entrada al calor
Puede parecer evidente, pero si se dejan las ventanas abiertas, entrará el calor del exterior. Además, conviene cubrir las ventanas con persianas, estores o toldos, en especial las ubicadas al oeste, por donde entra el calor durante la tarde.
Hacer circular el aire
Los ventiladores pueden conseguir hacernos sentir cuatro grados más frescos gracias al efecto del movimiento del aire. Se pueden usar de techo, de suelo, de ventana o una combinación para sacarles el mayor rendimiento. Al comprarlos, hay que fijarse en los modelos más eficientes y, al utilizarlos, que estén en la posición «verano» para que desplacen el aire. Una vez que abandonemos la estancia, hay que apagarlos.
Abrir las ventanas durante la noche o antes de los momentos de más sol y forzar una corriente de aire o ventilación cruzada también ayuda. Si se vive en un clima seco, los enfriadores evaporativos pueden ser útiles y consumen solo una quinta parte de la energía de un típico aire acondicionado.
Apagar las luces y los aparatos eléctricos
Las bombillas además de luz emiten calor. Pero no todas por igual: una bombilla incandescente puede emitir hasta un 75% más de calor que un modelo eficiente. Por ello, si se necesita iluminación, es mejor utilizar bombillas de bajo consumo. Los aparatos eléctricos y electrónicos son también otra fuente de calor, incluso en stand by, así que si se puede, mejor mantenerlos apagados.
Tener un buen aislamiento
El aislamiento en un edificio mantiene la temperatura del interior y evita la del exterior. Si se va a acometer una reforma, la mejor inversión comienza por las ventanas y el ático o techo, por donde más incide el calor.
Plantar árboles de forma estratégica
Tener árboles de hoja caduca en los lados este y oeste del edificio dará sombra en verano, mientras que en el invierno sus ramas desnudas no detendrán el calor solar. Los árboles o arbustos en zonas de altas temperaturas son un refugio que aplacará los rayos directos del sol. Y estar bajo un árbol con sombra en un día caluroso es una buena manera de pasar el verano.
Usar un aire acondicionado eficiente
Si no queda más remedio que recurrir al aire acondicionado, al menos utilizar los modelos de mayor eficiencia energética y de tamaño acorde a las necesidades de la estancia. Además, es conveniente limpiar el filtro del aire y hacer un chequeo anual para que no pierda su capacidad y derroche energía.