Al Amazonas se le acumulan los problemas. Por si fuera poca la destrucción de sus bosques cada año – estimada en un 1% – la sequía de 2005 invirtió su capacidad de absorber dióxido de carbono (CO2). Por ello, los bosques del Amazonas podrían pasar de reducir el cambio climático a acelerarlo. Éstas son algunas de las conclusiones de una investigación, la primera que analiza el impacto de una gran sequía sobre los árboles dentro del bosque, realizada por un grupo internacional de científicos del proyecto RAINFOR. Uno de los autores del estudio, Oliver Philips (Londres, 1965), de la Universidad británica de Leeds, señala que la sequía provocó la emisión a la atmósfera de 5.000 millones de toneladas de este gas de efecto invernadero (una cantidad que excede las emisiones de Europa y Japón juntas).
Si los sumideros de carbono de la tierra disminuyen, o se invierten, como ha ocurrido en 2005 en el Amazonas, los niveles de CO2 aumentarán incluso más rápidoEl Amazonas es el bosque tropical más grande del planeta, y estamos perdiendo un 1% aproximadamente cada año.
La región, como todo el planeta, está sujeta a las presiones de nuestra especie, que cada año consume más. En el caso del Amazonas nos referimos sobre todo a las demandas de países externos y de las propias naciones amazónicas de soja y carne para alimentación, madera para construcción y petróleo y varios biocombustibles para transporte. La demanda de otros productos como la coca y el oro también incide en la destrucción de aéreas específicas. Factores como la pobreza y la extrema desigualdad dentro de los países de esa región motivan a sus gobiernos a usar las regiones naturales como una “válvula de seguridad” para liberar las presiones sociales sin adoptar una reforma agraria más profunda.
La región juega un papel muy importante en el clima global. Durante años, los bosques del Amazonas han ayudado a ralentizar el cambio climático. Pero depender de este subsidio de la naturaleza es extremadamente peligroso: si los sumideros de carbono de la tierra disminuyen, o se invierten, algo que según muestran nuestros resultados es posible que ocurra, los niveles de CO2 aumentarán incluso más rápido. Para estabilizar nuestro clima se necesitarán cortes más profundos en las emisiones.
El estudio, una colaboración global entre más de 40 instituciones, descubría que durante al menos 25 años el bosque del Amazonas actuó como un gran sumidero de carbono. Un proceso similar ha estado ocurriendo también en África. De hecho, durante las recientes décadas, los bosques tropicales han absorbido una quinta parte de las emisiones globales de combustible fósil.
El Amazonas sufre sobre todo por la producción de soja y carne para alimentación, madera para construcción y petróleo y varios biocombustibles
Sin embargo, la sequía del 2005 invirtió bruscamente décadas de absorción de carbono, en las cuales el Amazonas ayudó a ralentizar el cambio climático. La mortalidad de los árboles se aceleró más allí donde la sequía fue más fuerte, e incluso localizaciones sujetas a una sequía suave se vieron afectadas.
Esta inusual sequía nos proporcionó una visión del futuro clima de la región, en el que un Atlántico Norte tropical más caliente podría causar estaciones secas más calurosas e intensas. Para calcular los cambios en el almacenamiento de carbono, examinamos más de 100 parcelas de bosque en las 600.000 hectáreas de Amazonas, identificando y midiendo más de 100.000 árboles, y registramos muertes de árboles así como nuevos árboles y el crecimiento de los supervivientes. Los patrones climáticos también fueron medidos con detalle y representados en mapas. Gracias al estudio, ahora sabemos la sensibilidad exacta del Amazonas al calentamiento y la sequía.
El impacto total de la sequía -5.000 millones de toneladas extra de CO2 en la atmósfera- excede las emisiones anuales de Europa y Japón juntasEs un sumidero de carbono cuando el crecimiento de los árboles es más rápido (absorbiendo carbono desde la atmósfera) que su mortalidad (que emite carbono a la atmósfera). Descubrimos que durante 20 años, por lo menos, los bosques amazónicos habían actuado como un sumidero gigante. Aunque aquí surge otra cuestión interesante, ya que quizás estaban estimulados por el CO2, que no sólo calienta la atmósfera sino que también fertiliza el crecimiento de plantas. En 2005, por causa de la sequía la mortalidad se aceleró mucho, y el crecimiento disminuyó, así que el proceso se invirtió y la región emitió carbono.
En años normales el bosque absorbe alrededor de 2.000 millones de toneladas de CO2. La sequía causó una pérdida de más de 3.000 millones de toneladas. El impacto total de la sequía – 5.000 millones de toneladas extra de CO2 en la atmósfera – excede las emisiones anuales de Europa y Japón juntas. Si se repiten las sequías del Amazonas acelerarían el calentamiento climático y en un futuro éstas serían incluso más perjudiciales.
En el Amazonas se pueden encontrar más de 10.000 especies diferentes de árbolesLa mayoría de los climatólogos piensan que la Amazonía sufrirá más sequías este siglo por efecto del cambio climático. Es posible que la sequía de 2005 fuera parte de este proceso previsto, pero tampoco es seguro. Lo que tenemos más claro es que nos ofreció una “ventana” para ver el futuro probable de la región, proporcionando una manera de cuantificar la sensibilidad del bosque a las sequías. Este hecho nos podría ayudar a predecir con más confianza que antes la sensibilidad amazónica al cambio climático.
Sí, es muy posible que haya un proceso de retroalimentación, pero aun así es probable que las emisiones directas (combustión de carbón, petróleo, etc.) sean más importantes a la hora de impulsar el proceso de cambio climático.
En el Amazonas se pueden encontrar más de 10.000 especies diferentes de árboles (compárese por ejemplo con las 40 especies de árboles en el Reino Unido). La mayoría de árboles ya están descubiertos, pero en otros grupos, incluyendo algunos insectos, es probable que los científicos sólo hayan descrito poco menos de la mitad de las especies que hay. Durante la sequía, algunas especies, incluyendo algunas palmeras importantes, resultaron especialmente vulnerables y mostraron que la sequía también amenaza la biodiversidad y las culturas de la región.
La Amazonía sufrirá más sequías este siglo por efecto del cambio climáticoEl sistema tiene efectivamente una capacidad para almacenar carbono, pero la sequía lo dañó. Nosotros hemos realizado el único estudio dentro del bosque, midiendo árboles a lo largo de la Amazonía, y hemos descubierto que el crecimiento fue más lento durante la sequía que antes de ésta. Y lo más importante, la mortalidad se aceleró en varios sitios. Por un lado, durante la sequía los árboles crecen menos y absorben menos CO2. Por otro lado, cuando los árboles mueren, se descomponen y liberan CO2. Lo mismo sucede con los incendios forestales.
Los bosques tropicales han subsidiado nuestra forma de vida en las economías industrializadas y eso ha ayudado a hacer más lento el cambio climático. Si los sumideros de CO2 se invierten, los niveles de este gas aumentarán más rápido y se necesitarán reducciones más profundas en las emisiones.
Nuestro estudio también muestra que es muy importante controlar la deforestación, porque la Amazonía del futuro será más vulnerable a los incendios. Minimizar ahora nuestras emisiones es incluso más importante para proteger los bosques tropicales.
Los países tropicales también deberían recibir beneficios financieros para la preservación del bosque, puesto que están manteniendo el carbono en el bosque y no en la atmósfera. Un ejemplo destacable sería la propuesta para el nuevo acuerdo mundial para frenar el cambio climático.
Es muy importante controlar la deforestación, porque la Amazonía del futuro será más vulnerable a los incendiosPodemos comer menos carne (mucha de la carne que consume Europa proviene de ganado alimentado con soja de la Amazonía) y evitar el uso del aceite de palma, que se encuentra en docenas de productos cotidianos, la cual se siembra en terrenos de bosque destruido, sobre todo en Asia.
La deforestación este año ha sido menor que la del año pasado, y es probable que la caída en la demanda de los consumidores del mundo sea una razón, ya que la destrucción del bosque resulta menos rentable. Sin embargo, esta caída podría invertirse de nuevo en los próximos años si no reducimos la demanda de productos agropecuarios y si los países ricos del mundo no empiezan a contribuir más con los gastos de conservación.