Una vez que el oxígeno y el nitrógeno se combinan, forman varios compuestos químicos gaseosos que reciben el nombre genérico de «óxidos de nitrógeno», a menudo abreviado con el término NOx. Algunos de estos compuestos, principalmente el monóxido de nitrógeno, también conocido como óxido nítrico (NO), y sobre todo el dióxido de nitrógeno (NO2), producen importantes impactos medioambientales y en la salud. La naturaleza es la productora principal de óxidos de nitrógeno, mediante la descomposición bacteriana de nitratos orgánicos, por la combustión vegetal o por la actividad volcánica. No obstante, la acción humana está incrementando la emisión de este tipo de gases, mediante el escape de vehículos motorizados, sobre todo de tipo diesel, la combustión del carbón, petróleo o gas natural, el uso de fertilizantes, el incremento de residuos de origen humano y animal, y durante diversos procesos industriales.
Respecto a su composición, el monóxido de nitrógeno es un gas de olor dulce penetrante a temperatura ambiente, mientras que el dióxido de nitrógeno es un líquido a temperatura ambiente y tiene un fuerte olor desagradable, aunque se transforma en un gas pardo-rojizo a temperaturas por encima de los 21º. Los óxidos de nitrógeno en general son poco solubles en agua, pero forman ácido nitroso o ácido nítrico cuando entran en contacto con ella, lo que le convierte en un agente contaminante.
El dióxido de nitrógeno puede convertirse en el aire en ácido nítrico, lo que provoca que el agua que cae de las nubes se vuelva tóxica, un fenómeno conocido comúnmente como «lluvia ácida» y que provoca graves daños en la naturaleza y en los edificios. Asimismo, los óxidos de nitrógeno pueden reaccionar con compuestos orgánicos volátiles y producir el denominado ozono terrestre o troposférico, por situarse en esta capa más baja de la atmósfera. Mientras que la capa de ozono situada en las zonas altas de la atmósfera nos protege de los letales rayos ultravioleta, el ozono troposférico es un peligroso agente tóxico que destruye vegetales, irrita vías respiratorias y se convierte en un gas de efecto invernadero. En verano se produce el mayor incremento en la concentración de este tipo de ozono, por el aumento de la intensidad de la luz solar y las reacciones con los hidrocarburos volátiles que provienen de los gases de escape de los vehículos. Además, recientemente se ha conocido gracias a un estudio realizado por un equipo de investigadores europeos que los óxidos de nitrógeno son los causantes de la reducción del ozono «bueno».
En cuanto a la salud, el dióxido de nitrógeno puede afectar al aparato respiratorio, irrita la piel y las mucosas, aumenta la predisposición a infecciones virales, frena el crecimiento y provoca diversas lesiones.
Los síntomas típicos de la intoxicación aguda son ardor y lagrimeo de los ojos y tos, pudiendo llegar a provocar incluso la muerteSegún un estudio realizado en Noruega, en el que se demostraba que la polución de la circulación aumentaba el riesgo de padecer cáncer de pulmón, los niveles de óxido de nitrógeno podrían servir como indicador de la presencia de partículas y otros agentes cancerígenos en el aire.
Por lo tanto, la reducción de este tipo de emisiones puede contribuir a mejorar el medio ambiente y la salud de los ciudadanos. En este sentido, por ejemplo, los fabricantes de automóviles se preocupan cada vez más en desarrollar tecnologías que limiten la expulsión de este tipo de gases, como en los motores diesel. En el caso de otro de los principales emisores de este tipo de gases, las centrales térmicas, existen también tecnologías, como la denominada «Reducción Catalítica Selectiva», que contribuye a reducir la cantidad de óxido de nitrógeno generado durante la combustión.
Por su parte, los responsables institucionales son cada vez más conscientes de que deben comprometerse con el medio ambiente. Así por ejemplo, el Consejo de Ministros español aprobaba recientemente el Plan Nacional de Reducción de Emisiones de Grandes Instalaciones de Combustión, cuyo objetivo es cumplir los compromisos fijados en el marco de la Unión Europea (UE) para disminuir las emisiones de gases y partículas contaminantes, siendo un 11% en el caso del óxido de nitrógeno.
Los óxidos de nitrógeno son usados en la producción de lacas, tinturas y otros productos químicos, como combustibles para cohetes, en la nitrificación de compuestos químicos orgánicos, en la manufactura de explosivos, como conservante para la carne, o para la producción de ácido nítrico, que a su vez es utilizado para crear abonos, colorantes, explosivos, fabricación del ácido sulfúrico, medicamentos y grabado de metales.
Asimismo, diversas investigaciones de finales del siglo XX descubrieron los efectos beneficiosos de la utilización de diversos nitratos orgánicos empleados en el tratamiento de ataques de angina, dolores de pecho o arteriosclerosis.