Disputas entre las administraciones locales ponen en riesgo el proyecto de construcción de grandes compuertas en el fondo de la laguna veneciana al objeto de salvar la vieja ciudad de los canales de la invasión de las aguas.
En mayo de 2003 se puso la primera piedra del proyecto «Mosé» (Moisés), las siglas en italiano de «Módulo Experimental Electromecánico» que, con un presupuesto inicial cercano a los 4.000 millones de euros, debería estar terminado en 2010.
Tras tres años de estudio, el Gobierno central aprobó la construcción en los tres puntos de entrada de agua a la laguna de 79 barreras móviles cuya misión es hacer frente a las mareas más fuertes y evitar la frecuente inundación de la ciudad. Ese fenómeno, conocido como «agua alta», supone que numerosas zonas de Venecia, incluido su centro histórico, sufran la entrada de agua hasta el nivel de un metro o incluso más, lo que perjudica a los cimientos de los edificios y dificulta la vida cotidiana de los habitantes.
Contra este problema empezó a construirse hace dos años el «Mosé», pero ahora el alcalde de la ciudad, Massimo Cacciari, ha anunciado para septiembre una serie de encuentros y debates públicos para evaluar si ese proyecto es el más adecuado.
Cacciari quiere implicar en ese debate a sectores de la economía local, incluidos representantes de la hostelería y del puerto, así como a vecinos y ecologistas. Así, los venecianos podrán opinar acerca de la instalación de barreras móviles con una longitud de 1,6 kilómetros en el fondo de la laguna, que se alzarán cuando se prevea una marea superior a los 110 centímetros.