Entrevista

«Los ‘pellets’ generan plásticos cada vez más pequeños que pueden entrar en las células y acumularse en tejidos de los animales»

Mariana Teles Pereira e Irene Brandts Busom, investigadoras de la Universidad Autónoma de Barcelona
Por Sonia Recio 18 de enero de 2024
Mariana Teles Pereira e Irene Brandts Busom UAB
En diciembre, el carguero Toconao, de bandera liberiana, perdió seis contenedores en las costas de Portugal, aproximadamente a 80 kilómetros de Viana do Castelo. Uno de ellos albergaba 1.050 sacos de pellets o granzas de unos 25 kilos: en total, 26.250 kilos de diminutas bolitas de plástico fueron vertidos al mar. Los primeros pellets se avistaron en la playa de Vilar en Ribeira (A Coruña), tanto en sacos de rafia como sueltos. En los días siguientes, las bolas de plástico afectaron a áreas como la Costa da Morte, A Coruña y La Mariña de Lugo. Y en enero, la marea de microplásticos alcanzó el Principado de Asturias y Cantabria. En el País Vasco, por el momento, no se han detectado. Estos pellets no solo contaminan las playas a las que llegan, sino que también afectan a la fauna marina. Conversamos sobre ello con Mariana Teles Pereira e Irene Brandts Busom, investigadoras del Departamento de Biología Celular, de Fisiología y de Inmunología del Instituto de Biotecnología y Biomedicina de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
¿Qué son exactamente estos pellets?

De acuerdo con la información que tenemos, los pellets de plásticos están compuestos por una resina plástica, aplicada a alta temperatura y con presión, que además puede estar formada por diferentes materiales plásticos como el polietileno, polipropileno, poliestireno, politetrafluoroetileno, cloruro de polivinilo, policarbonato, acrilonitrilo butadieno estireno (ABS), acetal, nylon, y plásticos reforzados con fibras. 

¿Resultan tóxicos para la vida marina? 

En principio, los pellets de este tamaño, por sí solos, no serían necesariamente tóxicos. Sin embargo, por un lado, pueden ser ingeridos por los animales y causar obstrucciones, lesiones o inflamación local, y por otro, estos plásticos pueden tener aditivos que sí pueden ser tóxicos para los animales que los ingieren. El gran problema de los pellets es que permanecen en el ambiente durante mucho tiempo. Sufren varios procesos de degradación generando plásticos cada vez más pequeños hasta el tamaño de nanoplásticos.

¿Y estos sí lo son?

Ya no son visibles al ojo humano, pero, al ser tan pequeños, pueden entrar en las células y acumularse en tejidos de los animales, además de poder generar efectos nocivos a los mismos. Por ejemplo, en nuestros estudios con dorada y lubina, encontramos que los nanoplásticos podían producir estrés oxidativo, activación de la respuesta inmune y cambios en el metabolismo de los lípidos en estos peces.

¿Son nocivos para la salud humana?

Los estudios realizados en humanos son in vitro, es decir, usando líneas celulares de humanos o con modelos animales como los ratones, con lo cual no se tiene evidencia directa de efectos en los humanos. Sin embargo, se sabe que los micro y nanoplásticos pueden entrar al organismo, a través principalmente de los sistemas digestivo y respiratorio, y han sido ya encontrados en heces humanas y también en sangre. 

¿Y qué sucedería en nuestro cuerpo?

Una vez adheridos dentro del organismo, estos microplásticos y nanoplásticos pueden, por ejemplo, activar las células inmunitarias, provocar reacciones inflamatorias, dañar las células y perturbar la composición y funcionalidad del microbioma intestinal. Alternativamente, los nanoplásticos pueden viajar a través de capas, acceder al torrente sanguíneo, llegando a órganos metabólicos y endocrinos, como el hígado y los riñones, lo que puede afectar los procesos acoplados de gestión de nutrientes y energía, procesamiento y excreción de xenobióticos.

¿Hay riesgos a la hora de consumir pescados y moluscos afectados?

No existen datos suficientes que nos permitan afirmar si el consumo de alimentos acuáticos representa o no un riesgo para la salud humana. Lo que sí podemos afirmar es que en ellos se encuentran tanto microplásticos como nanoplásticos, tal como se encuentra en otros alimentos, como la sal, infusiones o agua embotellada. Sigue haciendo falta estudios para poder establecer métodos que permitan cuantificar los niveles de micro y nanoplásticos en los alimentos, para que se puedan establecer límites permitidos o no por ley, ya que tampoco existen leyes a respecto.

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