Navarra inauguraba recientemente una planta de biometanización de residuos, con la que se gestiona la basura orgánica y de paso se genera compost y energía eléctrica a partir del biogás producido. La instalación está situada en «El Culebrete» (Tudela), y recibirá los residuos de 19 localidades navarras. La planta tudelana tiene una capacidad de tratamiento anual de 50.000 toneladas de residuos, y permite obtener 6.000 toneladas de compost y 130.000 megavatios (MW) de energía al día, suficiente para cubrir las necesidades energéticas de unas 100.000 personas.
La instalación navarra tiene una capacidad de tratamiento anual de 50.000 tn. de residuos, y permite obtener 6.000 tn. de compost y 130.000 MW de energía al díaSegún fuentes del Gobierno de Navarra, se han invertido 9.616.193 euros para la puesta en marcha de esta planta. Gracias a ella, afirman, se reducen los residuos depositados en vertedero, permitiendo a la Comunidad Foral cumplir con la normativa europea que establece que, antes de julio de 2009, la cantidad de residuos urbanos biodegradables destinados a vertedero no supere la mitad de los generados en 1995.
La primera planta de este tipo en España se inauguraba en enero de 2003 en la localidad madrileña de Pinto. A pleno rendimiento, esta planta es capaz de tratar hasta 140.000 toneladas de residuos orgánicos procedentes de 17 municipios de la región. Según sus responsables, permite generar 20.000 toneladas de compost y 117.730 MW por hora.
En 2006, el Ayuntamiento madrileño presentaba otras dos plantas de biometanización (La Paloma y Las Dehesas), ubicadas en el Parque Tecnológico de Valdemingómez, al sureste de Madrid. Según fuentes del consistorio, estas dos nuevas plantas recibirán anualmente más de 370.000 toneladas de residuos orgánicos y la energía generada servirá de combustible para la flota de 250 autobuses a gas de la Comunidad madrileña, o bien para generar electricidad destinada a edificios o alumbrado público.
Asimismo, otras comunidades españolas han anunciado la creación de más plantas para los próximos años. El «Centro de Reciclaje Zaragoza» de la capital maña aspira a ser el mayor de España en materia de tratamiento integral y biometanización de residuos urbanos y una de las mayores ecoplantas de Europa, con una capacidad de tratamiento de 450.000 toneladas anuales. Según el Ayuntamiento de Zaragoza, las instalaciones estarán operativas en primavera de 2007. Por su parte, Asturias pretende contar para 2010 con una planta de reciclaje de basura bruta y otra de biometanización para reciclar el 32% de la basura generada en esta comunidad, el doble de la cantidad actual.
Sin embargo, estas plantas no están exentas de críticas. El grupo socialista del Ayuntamiento madrileño ha denunciado que la lluvia ha mojado el compost de las plantas de Valdemingómez y «el hedor es insoportable para más de cien mil vecinos». Por ello, reclaman que este material no se siga depositando al aire libre y que las operaciones de volteado para facilitar la fermentación se hagan en lugares cubiertos con filtros anti-olores.
Por su parte, diversos grupos ecologistas afirman que estas plantas ocasionan un aumento en las emisiones de gases contaminantes y de efecto invernadero (GEI), especialmente de CO2 u óxidos de nitrógeno. Según los responsables de estas plantas, evitan emisiones de metano, el segundo GEI más importante. En el caso de las plantas de Valdemingómez, los ecologistas recuerdan además que se sitúan dentro de los límites del Parque Regional del Sureste. Este espacio natural protegido sitúa, entre otras cuestiones, un nivel mínimo de ruidos, algo muy difícil de cumplir con el tráfico diario de los miles de camiones que se encargan del transporte de los residuos.
Según la ONG ecologista Amigos de la Tierra, la biometanización, al resolver el problema de los residuos orgánicos, cierra el camino al compostaje, mucho más viable ambiental y económicamente. Asimismo, razonan, la biometanización, al igual que la incineración, implica disponer de basura suficiente para poder producir energía, de manera que la política ecológica de reducción o reutilización de residuos se deja en un segundo término.
Por su parte, los expertos en residuos subrayan que el compost obtenido en el proceso es de baja calidad, por lo que encuentra dificultades para ser aceptado en el mercado. Para conseguir mejorar el producto, es necesario que el residuo orgánico esté convenientemente separado del resto, para lo que la concienciación de los consumidores es fundamental.
La basura recibida en estas instalaciones se clasifica dependiendo de su destino: Una parte se reutiliza, con otra parte se hace compost y una tercera sirve para generar electricidad. En este último caso, el proceso es el siguiente: La basura orgánica se mezcla con agua y arena, formando una especie de caldo. Posteriormente, se inicia el proceso de metanización. Se provoca una fermentación anaerobia mediante unos bacilos, lo que acelera la producción de gas metano, que será quemado en unos potentes motores para producir energía. Para producir el compost, el “caldo” se mezcla en este caso con fracciones vegetales como restos de poda y ramas. Finalmente, el resto no utilizado irá al vertedero.
Para evitar los malos olores y residuos contaminantes, se cuenta con unos biofiltros que filtran los gases. Asimismo, el agua se trata de forma biológica, con lo que se obtiene agua reutilizable.