La destrucción de los hábitats, la extracción insostenible de los recursos naturales, las especies invasoras, el calentamiento global o la contaminación son algunas de las principales amenazas contra la biodiversidad. Los consumidores pueden asumir diversas pautas en sus hábitos diarios para salvar el futuro de la variedad de seres vivos que pueblan la Tierra, incluida la especie humana.
La transformación y destrucción de la tierra y los océanos es la principal amenaza para la disminución de la biodiversidad. El transporte, las industrias que extraen los recursos naturales, la contaminación, las represas, la agricultura, la pesca o la silvicultura han propiciado cambios radicales en los hábitats de todo el planeta. El abandono del mundo rural y la introducción de nuevas e insostenibles actividades son otro factor que desestabiliza el frágil equilibrio de los ecosistemas. Algunos expertos detectan en la actualidad una extinción masiva de especies, similar en sus proporciones a la que se registró en la era del fin de los dinosaurios.
La transformación y destrucción de la tierra y los océanos es la principal amenaza contra la biodiversidadLa sobreexplotación ha acelerado el ritmo de desaparición de especies. La caza y la pesca son las dos técnicas más antiguas que el ser humano ha utilizado para su supervivencia. Estas acciones no son en sí el problema, sino la intensidad con la que se llevan a cabo en las últimas décadas. Muchas especies están bajo una fuerte presión debido a la sobrepesca. Algunos expertos afirman que en los próximos años los océanos se pueden quedar sin recursos, de manera que la única salida sea la acuicultura.
Las especies invasoras son la segunda principal amenaza para la biodiversidad. El número de especies introducidas a nivel global se ha incrementado en gran medida en las últimas décadas. El aumento de los transportes internacionales y el turismo, la construcción de infraestructuras que rompen fronteras naturales, el cultivo de especies acuáticas o el tráfico y abandono de mascotas son algunas de las principales causas. Los invasores no sólo se encuentran en el medio terrestre, sino también en el acuático. La gran biodiversidad que tiene España también se ve afectada por los cada vez más numerosos invasores, como el arruí, la malvasía cabeciblanca, la perca americana, las tortugas de Florida, el mejillón cebra o el mosquito tigre
Estas especies son la parte más visible, pero los expertos recuerdan que los parásitos minúsculos y las formas de vida microbiótica pueden provocar una devastación mayor que sus anfitriones.
El cambio climático puede causar de forma directa la pérdida de hábitats y las especies que los pueblan. El impacto que sufren algunas especies en concreto son una prueba de que el calentamiento global afecta ya a la pérdida de biodiversidad. En algunas regiones del planeta, el problema puede ser mucho más grave: el derretimiento del hielo en los casquetes polares puede dejar sin hogar a las especies únicas que lo habitan, como los osos polares o los pingüinos.
La contaminación por diversos agentes químicos es el otro gran elemento que incide en la desaparición de especies. La aprobación en los últimos años de legislaciones cada vez más severas y su cumplimiento ha contribuido a mejorar la calidad del aire y la limpieza del entorno natural. Sin embargo, algunos lugares del mundo sufren todavía altos niveles de polución que repercuten en la biodiversidad. Un problema particular que suele pasar inadvertido es la eutrofización: el agua recibe un vertido (directo o indirecto) de nutrientes, como desechos agrícolas o forestales, y con el paso del tiempo, y en función de las condiciones ambientales, la descomposición de la materia orgánica forma verdaderos cenagales sin apenas formas de vida.
Qué pueden hacer los consumidores
Las medidas para cuidar la biodiversidad no sólo están en manos de los gobiernos, sino también de los consumidores. La concienciación es el primer paso. Como ciudadanos urbanos, la biodiversidad puede parecer algo lejana y sin repercusión en la vida cotidiana. Sin embargo, el aire que se respira, o el agua y la comida que se consumen no serían posibles sin la variedad y abundancia de especies que pueblan la Tierra. Cuidar la biodiversidad no sólo permite que las especies sobrevivan, sino que los propios seres humanos tengan un futuro sobre el planeta.
La suma de pequeños esfuerzos a escala global puede tener un efecto mayor del que se creeLa suma de pequeños esfuerzos a escala global puede tener un efecto mayor del que se cree. El consumo racional de los productos cotidianos no sólo contribuirá a reducir la factura, sino también a proteger la biodiversidad. Los consumidores pueden ser más exigentes al solicitar el origen sostenible de los productos o las especies que van a comprar.
La alimentación también puede ser esencial. El consumo de productos frescos, de temporada y producidos de forma local es preferible al de alimentos transportados, empaquetados y congelados. En cuanto a la dieta, es recomendable el consumo moderado de carne y pescado y la ingesta diaria de verduras y frutas. La selección de etiquetas ecológicas puede ayudar a tomar una decisión más respetuosa con el medio ambiente.
Frente al cambio climático, los consumidores pueden asumir diversas pautas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Al desplazarse, se puede optar por ir en transporte público, en bicicleta o a pie. En caso de necesitar el vehículo privado, se puede compartir con otras personas y conducir de forma eficiente.
En casa, la aplicación de diversos consejos puede reducir el consumo energético y, con ello, no sólo se beneficia al bolsillo, sino también al entorno natural. El uso de sistemas de energía renovable, la utilización de bombillas de bajo consumo, el empleo de electrodomésticos con etiqueta de eficiencia energética A o A+, la anulación de los denominados «vampiros eléctricos«, y en general, el apagado de cualquier sistema eléctrico que no se utilice es sencillo y reducirá la cantidad de electricidad.
La climatización correcta del hogar puede ahorrar mucho dinero y reducir las necesidades energéticas. La calefacción o el aire acondicionado se pueden utilizar sin excesos y con sistemas que aumenten la eficiencia. El aislamiento adecuado de paredes y ventanas puede reducir el consumo energético en un 30%.
El agua es otro bien preciado que afecta de forma directa a la conservación de la biodiversidad. Los consumidores pueden utilizarlo de forma responsable: una ducha gasta menos agua que un baño y el uso de sistemas eficientes, así como el aprovechamiento del agua de lluvia o de las aguas grises, permite un consumo menor. Quienes tengan césped o un huerto, pueden evitar, o por lo menos reducir, el uso de herbicidas y plaguicidas.
Otra forma que tienen los consumidores de cuidar la biodiversidad es mediante la aplicación de las tres erres. Es decir, utilizar la menor cantidad posible de productos (reducción) y aprovechar más de una vez los envases (reutilización) antes de depositarlos en el contenedor adecuado (reciclaje).
Los consumidores pueden participar en las organizaciones ecologistas y conservacionistas que velan por el cuidado de la biodiversidad. Como ciudadanos, pueden exigir a sus instituciones más información y más medidas para el cuidado de la naturaleza. Un consumidor concienciado puede explicar a otros las ventajas de preservar la diversidad biológica y cómo llevarlo a cabo.