Una treintena de orcas bastardas vararon el pasado martes junto al puerto lucense de Burela, a unos 40 kilómetros de Asturias. Seis ejemplares retornaron a la costa muertos, otros nueve se fueron al fondo del mar y doce acabaron por agruparse frente al puerto gallego y se alejaron del litoral, según informó la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (Cepesma).
«Es un auténtico milagro. No daba un duro por ninguna», comentó el director de Cepesma, Luis Laria. El primer varamiento masivo de este cetáceo, parecido a la orca y el calderón, que se registra en España, ha tenido un final más o menos feliz. Pero todos los presentes advierten de su posible fugacidad. «No tienen costumbre de estar próximos a la costa y pueden varar de nuevo en cualquier momento», apuntó Laria.
En un principio se pensaba que se trababa de un grupo de calderones, más típicos de estas aguas, pero más tarde se confirmó que eran orcas bastardas, típicas de aguas atlánticas, por lo que su aparición resulta más extraña. Al puerto de Burela se desplazaron técnicos de la Consejería de Pesca de la Xunta de Galicia, de la Coordinadora para el estudio de Mamíferos Marinos (Cemma) y de Cepesma que, junto con miembros locales de Protección Civil y Cruz Roja, ayudaron a salvar a los mamíferos.
El responsable de Medio Ambiente de Burela, José María González, explicó que los cetáceos fueron avistados sobre las 19:30 horas del martes en el acantilado Perlouro, y se apreció que se «lanzaban contra las rocas».
Pese al intento inicial de los miembros de Protección Civil de que se internasen de nuevo en el mar, los animales regresaban hacia las piedras, lo que obligó a suspender las tareas al llegar la noche. González admitió desconocer los motivos por los que estos animales decidieron acudir a morir al acantilado, pero consideró que «por el fuel no debe ser».
González recordó que es «habitual» que aparezcan próximas a la costa lucense cetáceos pero, insistió, no tan cerca, y en esta cantidad. En este sentido, el veterinario de la Cemma, Josep Alonso, confirmó que estos cetáceos son animales «muy sociales» entre sí que «tienen fuertes vínculos» con la manada de ahí que probablemente siguieran a una de las «falsas orcas» de mayor edad que tenía problemas físicos. Alonso explicó que uno de los cetáceos a los que se les practicó la necropsia presentaba una parasitación masiva, lo que hizo que optara por aproximarse a la costa y que le siguiera el resto de «orcas falsas».