El cambio climático afecta a todo el mundo, pero como en otras crisis mundiales, los países con recursos limitados o afectados por conflictos armados se ven más afectados que el resto. El cambio climático generó 23,7 millones de nuevos desplazamientos internos en más de 140 países y territorios en 2021, según el Centro para Monitoreo del Desplazamiento Interno. Más del 94 % fueron a consecuencia de desastres relacionados con el clima, como tormentas e inundaciones.
La falta de definición de «desplazado climático»
- Refugiado: “persona que ha cruzado una frontera internacional debido al temor fundado de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social particular u opinión política”.
- Personas desplazadas internas: “aquellas que han abandonado su residencia por los mismos motivos, pero no han atravesado la frontera de su país de origen”.
En la definición de refugiado no aparece el cambio climático o los desastres naturales como razón para huir de su hogar y recibir así la protección internacional. En muchas ocasiones, es difícil discernir si el desplazamiento es a causa de un conflicto armado, una sequía o de ambas a la vez. Por eso, ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, trabaja con los gobiernos de los países que se han visto afectados, para asegurar que todas las personas que lo necesiten estén protegidas.
Desastres naturales y movimientos humanos
El Pacto Mundial sobre los Refugiados, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 17 de diciembre de 2018, reconoce que, «aunque no son en sí mismos causa de los desplazamientos forzados, el clima, la degradación del medio ambiente y los desastres naturales interactúan cada vez más como los impulsores de los movimientos de refugiados».
Por esto es importante el papel de ACNUR en el terreno, constatando la realidad de millones de personas que se ven obligadas a huir de sus hogares por desastres naturales y escasez de medios de subsistencia, con el fin de pedir la protección de estas personas en el marco jurídico internacional.
Asegurar una buena gestión en los campos de refugiados: prioridad para ACNUR
El cambio climático tiene un gran impacto en la salud y medios de vida de los desplazados, por la pérdida de alimentos, agua, tierras y recursos naturales vitales para la supervivencia y el bienestar de las personas. Una buena gestión de los campos de población refugiada es clave para las comunidades que viven en ellos.
💧 Agua limpia
En este sentido, el agua es vital para la supervivencia. La falta de fuentes de agua potable en un campamento acarrea diversas consecuencias, entre ellas, la falta de higiene, el aumento de enfermedades por consumo de agua “sucia” y la desigualdad hacia las mujeres, ya que tienen que hacer grandes desplazamientos diarios para obtenerla.
Ofrecer la opción de fuentes de agua limpia, implementando la energía solar para el bombeo de los pozos, mejorar y ampliar los sistemas de gestión de residuos para evitar la contaminación del agua potable, disminuye notablemente las consecuencias de la falta de agua y mejora la calidad sanitaria de estos campamentos.
⚡ Energía
La obtención de energía limpia también es una prioridad, ya que la alternativa supone la deforestación de la zona. Algunas actividades como cocinar implican, en algunas zonas, consumir enormes cantidades de madera, y pueden generar problemas de salud por la inhalación de humo. Además, obtener la energía necesaria a través de quema de madera es complicado y muy costoso.
Por otro lado, el uso de placas solares satisface más fácilmente las necesidades de electricidad, como el suministro centralizado de agua, el alumbrado público o la iluminación de instalaciones educativas y sanitarias.
♻️ Gestión de residuos
Pero no solo estos aspectos son importantes en la planificación de un campamento de personas refugiadas. Trabajar el desarrollo de la resiliencia al cambio climático de las comunidades que se ven más afectadas también es importante y una de las mayores prioridades de ACNUR.
Acciones como la gestión de los residuos, reducir la erosión del suelo, mejorar la utilización de los recursos hídricos y promover el uso de tecnologías de eficiencia energética, mejoran la autosuficiencia y la inclusión económica de las personas desplazadas.
🌱 Recuperación de tierras
Ejemplo de esto es el caso del campo de población refugiada de Minawao, al norte de Camerún, que acoge a casi 70.000 personas refugiadas que huyen de la violencia en Nigeria. Esta región sufre de desertificación y la demanda adicional de leña como combustible ha acelerado el impacto ambiental por la deforestación.
Paralelamente, ACNUR y Land Life Company unieron sus fuerzas para restaurar más de 100 hectáreas de tierra degradada en Minawao y sus alrededores, proporcionando 175 puestos de trabajo al incluir árboles productivos en el programa de reforestación. Estos árboles producirán 2.160 toneladas de anacardos y 8.400 toneladas de aceite de neem y, a medida que su biomasa aumente, las temperaturas bajarán y la desertificación disminuirá.
Iniciativas sostenibles y de empoderamiento
ACNUR también busca disminuir su huella ecológica, tanto sobre el terreno como en sus oficinas. Para ello, tiene varios proyectos en marcha.
Entre ellos, destaca el Fondo de protección ambiental para personas refugiadas. Este mecanismo registrará la huella de carbono surgida de los programas de reforestación y cocina ecológica y generará los primeros créditos de carbono producidos a gran escala por personas refugiadas. La posterior venta de estos créditos volverá al Fondo, lo que permitirá reinvertir en nuevos programas sostenibles, siendo así un Fondo sostenible financiera y operativamente. Los programas ambientales del Fondo crearán empleos para las personas refugiadas y las comunidades de acogida.
Este es tan solo un ejemplo de la necesidad de que el cambio climático no solo sea un gran desafío para las personas que se ven forzadas a huir de sus hogares, sino también una oportunidad para poder rehacer sus vidas, prevenir mayores desastres y convertirse en agentes de cambio en sus comunidades de acogida. Tanto a gran escala como a pequeña, cada gesto cuenta, y está en nuestras manos frenar el cambio climático.