Una red de sensores instalados en los fondos marinos servirá a los científicos para seguir el movimiento de las especies marinas y controlar las condiciones oceánicas. Este proyecto, bautizado como Red Oceánica de Seguimiento (OTN), surge de la fusión de dos programas que han estado funcionando de forma experimental durante los últimos años en la costa del Pacífico de Estados Unidos y Canadá para el seguimiento de varias especies.
Uno de ellos, el POST («Pacific Ocean Shelf Tracking»), permite que transmisores instalados en los cuerpos de los peces envíen información a receptores acústicos instalados en el suelo oceánico. Con una cobertura de 1.750 kilómetros, este programa ha dado a conocer las rutas que siguen los jóvenes salmones que nacen en los ríos canadienses y estadounidenses. El otro de los programas, que marca electrónicamente grandes animales marinos, recibe el nombre de TOPP («Tagging of Pacific Pelagics»). Los transmisores que forman parte de este programa recogen la información vía satélite cuando los animales se acercan a la superficie. Gracias a TOPP se ha podido seguir a miles de animales pertenecientes a 21 especies, entre ellas ballenas, atunes, elefantes marinos, tortugas y tiburones.
Con el objetivo de expandir la red a 14 regiones oceánicas, incluidas el Ártico, el Mediterráneo y el Golfo de México, la Universidad de Dalhousie, en Halifax (Canadá), acaba de recibir ahora casi 40 millones de dólares del Gobierno canadiense. En el mes de marzo se llevará a cabo una reunión con miembros de la Unión Europea (UE) para tratar la instalación de sensores en el estrecho de Gibraltar, según explicó Ron O’Dor, profesor de la Universidad de Dalhousie y director de OTN.
La red tiene como propósito de aquí en cinco años instalar unos 5.000 receptores submarinos y crear 60 líneas de seguimiento en 14 regiones oceánicas. Este despliegue permitirá controlar hasta un millón de animales provistos con transmisores que recopilan información sobre movimientos y datos biológicos, aunque también referentes a temperatura y salinidad de las aguas marinas. Esta información será de extremo valor en el estudio del cambio climático y sus efectos en los océanos, así como en las especies que los habitan, señaló el experto.
Otro de los aspectos positivos de la red es que establece la arquitectura básica sobre la que en los próximos años se podrán realizar toda clase de investigaciones hoy inimaginables, afirmó el doctor David Welch, presidente de Kintama Research, una de las organizaciones privadas involucradas en OTN. «No será sólo salinidad o temperatura. En el futuro, los científicos diseñarán todo tipo de sensores para colocarlos en los animales y recopilar cualquier tipo de información imaginable», señaló Welch.