Una especie Lázaro es un animal o planta dada por extinguida, pero que vuelve a aparecer o a descubrirse. Se la denomina así en referencia al personaje que, según la Biblia, Jesús logró levantar después de muerto. Algunas de estas especies se han localizado tras millones de años de no haber dado señales de vida. Los hallazgos reflejan cómo la vida trata de abrirse paso a pesar de las dificultades. También suponen una llamada de atención para preocuparse más por conocer y conservar la enorme biodiversidad de la Tierra.
Las especies Lázaro no han desaparecido, ya que la extinción es un proceso irreversible. Siguen vivas pero los científicos no las detectan. Las razones son diversas. Una posibilidad es que la población de una especie se reduzca de forma considerable y, por ello, resulte más difícil encontrar ejemplares con vida. La falta de medios humanos y técnicos de investigación, y la dificultad de acceso a ciertos ecosistemas, limitan la capacidad de la ciencia para localizar tanto a estas especies como a otras que no se han catalogado nunca. La biodiversidad de la Tierra es enorme: se estima que tan sólo se han descrito 1,8 millones de especies, pese a que podrían habitar el planeta entre 10 y 30 millones.
Se estima que tan sólo se han descrito 1,8 millones de especies, pese a que podrían habitar el planeta entre 10 y 30 millones
Los diversos impactos causados por el ser humano en la naturaleza se han acentuado en las últimas décadas. La posibilidad de que el número de especies Lázaro aumente es, por tanto, cada vez mayor. La Lista Roja de especies en peligro de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) señala que muchas especies han reducido de forma considerable su número, hasta extinguirse o llegar a una situación de claro peligro de desaparición.
No obstante, como han señalado diversos expertos, la Lista Roja tiene puntos débiles que podrían suponer posibles errores de clasificación. Algunos seres considerados extinguidos serían especies Lázaro en el futuro, cuando algún equipo científico logre dar con ellas.
Imagen: Lagarto gigante de la Gomera – WikipediaOtra posibilidad es que una especie «desaparezca» porque no hay fósiles suyos durante uno o varios periodos, y dado que tampoco se encuentra viva, se la da por extinguida. Sin embargo, el registro fósil no es un sistema perfecto, ya que sólo una fracción muy pequeña de los organismos se fosilizan. Por ello, puede ocurrir que un ser no haya muerto bajo las condiciones necesarias para que se produjera su fosilización y sea «invisible» a los paleontólogos aunque en ese momento estuviera viva. Además, el registro fósil cuenta con huecos que no tienen que haberse causado de forma necesaria debido a fenómenos de extinción, en especial, cuando el número de individuos es muy bajo.
En otros casos, el ser vivo ha podido cambiar de aspecto, de manera que no sea reconocible y parezca una nueva especie. También puede ocurrir una extinción local, pero la especie sigue con vida en otro lugar. La neontología, una disciplina que estudia los fósiles de seres con vida, también se encarga de investigar a estas especies Lázaro.
Especies Lázaro sorprendentes
Animales y plantas de todo tipo se han dado por desaparecidas y encontradas de nuevo en todo el mundo, incluso en España. Islas Canarias, que cuenta con una gran cantidad de biodiversidad, mucha de ella endémica (única de este lugar), alberga dos claros ejemplos. Hasta su descubrimiento en 2007, el lagarto gigante de La Palma se creía extinguido desde 500 años antes. El individuo hallado tenía una edad estimada de unos cuatro años y una longitud de unos 30 centímetros. Se espera que nuevas expediciones a la zona puedan encontrar más ejemplares.
El celacanto, desaparecido hace más de 65 millones de años, se descubrió con vida en 1938
El lagarto gigante de La Gomera se describió gracias al registro fósil en 1985 y se le consideró extinto. Sin embargo, en 1999 se localizaron seis individuos vivos, un número que ha aumentado desde entonces. Se tiene constancia de casi un centenar de ejemplares vivos en estado salvaje, mientras que unos 44 individuos viven en cautividad para su conservación.
En el resto del mundo, las especies Lázaro son bastante numerosas, algunas con historias muy curiosas:
Celacanto: es uno de los ejemplos clásicos de especie Lázaro. Esta antigua especie de pez se creía desaparecida a finales del periodo Cretácico, hace más de 65 millones de años. En 1938, se localizó cerca de la desembocadura del río Chaluma, en la costa este de Sudáfrica. El celacanto se encuentra entre los peces con mandíbulas más antiguos que se conocen con vida. Puede vivir hasta 100 años y nadar a profundidades de unos 90-100 metros.
Insecto palo de la isla Lord Howe: del tamaño aproximado de un cigarrillo, es considerado uno de los insectos más raros del mundo. Hasta 1918, vivía sin problemas en la isla australiana de Nueva Gales del Sur que le da nombre. En aquel año, el insecto palo se convirtió en el alimento de las ratas negras, una especie invasora, hasta el punto de que en 1920 se le consideró desaparecido. Su «resurrección» se debe a una aventura. En 1964, una expedición trató de ser la primera del mundo en hollar la cima de la Pirámide de Ball, un escarpado islote de origen volcánico con una altura de 562 metros, ubicado a 20 kilómetros de Lord Howe. Sus integrantes no pudieron alcanzar su objetivo, pero volvieron con una fotografía del insecto palo. Por fin, en 2001, un grupo de investigadores logró localizar ejemplares de este huidizo insecto. En la actualidad, también se le conserva en cautividad en el zoo de Melbourne.
Caballo del Caspio: en 1957, Louis Firouz, una mujer americana casada con un miembro de la familia real iraní, creó un centro de equitación en este país asiático. Para contar con ponies, Firouz visitó las montañas Elburz, cerca del Mar Caspio, donde había oído hablar de una pequeña especie de caballos. Cuando los descubrió, se dio cuenta de que eran los mismos que aparecían en las murallas del palacio de Persépolis, construido por el emperador persa Dario I hace más de 25 siglos. Años después, gracias a los estudios de ADN, se ha sabido que son una forma ancestral de los caballos árabes.
Rata de roca de Laos: esta especie se descubrió por primera vez en 1996 en un mercado de Thakhek, en Khammouan (Laos), puesta a la venta como carne. Se consideró tan diferente a cualquier otro roedor, que se le dio su propia familia. Sin embargo, en 2006, un análisis más sistemático reclasificó esta especie como perteneciente a una familia de antiguos fósiles que se pensaba desaparecida hace 11 millones de años.
Takahe: este pájaro, incapaz de volar y nativo de Nueva Zelanda, se creía extinto desde 1898. Gracias a un concienzudo plan de búsqueda, el Takahe se localizó en 1948 en el lago Anau. En la actualidad, se considera una especie en peligro, con una población de 225 ejemplares.
Rata pigmea de las montañas: es el único marsupial de Australia capaz de hibernar. Descubierto por primera vez gracias al registro fósil, se halló con vida en 1966. Sin embargo, diversas amenazas como el cambio climático, las especies invasoras o la pérdida de hábitat han puesto a esta especie en peligro de extinción.