El Observatorio de Cambio Global de Sierra Nevada, desarrollado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía en este espacio natural en colaboración con la Universidad de Granada (UGR), ha presentado su metodología de seguimiento de los procesos de cambio climático, «con lo que se convierte en el primer espacio protegido español que se dota de todos los protocolos de gestión para la evaluación, minimización y adaptación a los impactos del cambio climático», ha destacado la Junta de Andalucía. El Observatorio de Sierra Nevada constituye una de las 27 reservas de la biosfera mundiales seleccionadas por la Unesco para analizar el cambio climático en el planeta.
La elaboración y edición de las metodologías de seguimiento en Sierra Nevada han permitido la fijación de 48 protocolos adaptados a los criterios de la estrategia internacional GLOCHAMORE (Cambio Global en Regiones de Montaña), auspiciada por la Unesco. El Observatorio de Sierra Nevada se dota así de un sistema de trabajo de validez internacional que cubre todos los aspectos considerados claves por la comunidad científica para evaluar los efectos del cambio global en regiones de montaña, explica la Junta andaluza.
En total, se obtienen en el espacio natural 130 variables diferentes en aspectos como la climatología, cubierta de nieve, los sistemas acuáticos, los cambios en la química atmosférica, las enfermedades emergentes, repercusiones sobre la biodiversidad, evaluación de la gestión, productividad primaria y flujos de carbono o socioeconomía.
«El análisis de estos datos permite ya evaluar algunas de las consecuencias del calentamiento global en estas montañas», adelanta el Gobierno andaluz. El Centro Andaluz de Medio Ambiente (CEAMA), de la UGR, ha concluido que en los últimos diez años ha habido una reducción de unos 12 días en la duración promedio de la nieve natural en la pista de esquí. También desde el CEAMA se ha establecido un modelo hidrológico para el espacio natural en el que se observa un aumento de dos grados en las temperaturas que provocará en 2050 un descenso del 45% en la cantidad de nieve caída, así como su desaparición casi un mes antes.