Los insectos no son los animales preferidos de la gente. Sin embargo, su función esencial en la naturaleza y sus posibles aplicaciones en campos como la alimentación humana y de especies comerciales, la lucha contra enfermedades o el control ecológico de plagas agrícolas las convierten en seres muy interesantes y beneficiosos para las personas. Este artículo señala siete aplicaciones que los insectos pueden ofrecernos.
1. Labor esencial en los ecosistemas
Los insectos cumplen una labor esencial en los ecosistemas. Uno de los ejemplos más destacados es el de las abejas, amenazadas por diversos impactos causados por los seres humanos. Además de su producción de miel, contribuyen a la polinización de 71 de las 100 especies agrícolas que proporcionan el 90% de los alimentos a nivel mundial, según datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
2. Apoyo a la alimentación humana mundial
Cucarachas o cigarras podrían servir para nuevos fármacos contra bacterias resistentesEn 2050 la humanidad podría alcanzar los 9.000 millones de personas. La FAO considera que, si bien los insectos por sí solos no resolverían los retos alimentarios del mundo, se podría aprovechar todo su potencial en la lucha contra el hambre y la desnutrición de manera sostenible. Sus responsables recuerdan que son parte ya de la dieta de 2.000 millones de personas en todo el planeta.
José Miguel Mulet, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) y experto en alimentación, explica que el cultivo de insectos es «energéticamente más rentable al ser de sangre fría», pero su generalización tendría que hacer frente a varios desafíos. Según Mulet, utilizar insectos silvestres podría tener riesgos al no haber sido seleccionados con anterioridad y podrían alterarse ecosistemas donde cumplen una función. Además, en las zonas tropicales donde consumen insectos son muy abundantes, pero no así en Europa.
Enrique Serrano, uno de los impulsores de la empresa almeriense Entomotech, especializada en investigación avanzada con insectos, añade que habría que superar el factor cultural, aunque recuerda que en España se comen «alegremente gambas, coquinas o caracoles y en otras culturas son repugnantes».
3. Lucha contra enfermedades
Diversas investigaciones internacionales han descubierto sustancias en insectos como las cucarachas o las cigarras que podrían servir para nuevos antibióticos contra bacterias resistentes a los fármacos actuales. Los venenos de insectos como las abejas o las tarántulas poseen propiedades que podrían utilizarse con fines terapéuticos. Es el objetivo, por ejemplo, del proyecto europeo Venomics, en que participan científicos españoles. En la lucha contra la malaria o el más actual zika, diversos investigadores proponen la creación de insectos modificados de forma genética para evitar que transmitan dichas enfermedades.
4. Control biológico de plagas
En vez de insecticidas químicos convencionales, el control biológico emplea insectos contra las plagas de los cultivos comerciales. «Imaginemos unos tomates de invernadero atacados por un bicho; lo eliminamos con otro que sea su depredador. Es más sostenible con el medio ambiente y la salud. En el mundo agrícola marca un antes y un después», explica Enrique Serrano. El sistema se está utilizando en plantaciones de todo el mundo.
5. Alimentación para especies comerciales
La FAO también señala el potencial de los insectos como alimento de diversas especies ganaderas. Especies como la mosca soldado negro (Hermetia illucens), la mosca doméstica común (Musca domestica) o el gusano de la harina amarilla (Tenebrio molitor) parecen las más prometedoras para este fin. El responsable de Entomotech apunta en concreto el uso masivo de insectos en acuicultura: «Hoy en día, para alimentar peces de piscifactoría hacen falta más kilos de pez salvaje, lo cual no es sostenible. Con los insectos este problema ambiental se terminaría».
6. Base de productos cosméticos
La hembra de cochinilla (Dactylopius coccus) se usa para producir ácido carmínico con el que se elabora el color carmín, utilizado como tinte y en cosméticos para conseguir un rojo muy intenso. Las agallas que las avispas crean para incubar a sus larvas han sido la base para colorantes textiles, en concreto una tinta negra que se empleó durante siglos. En fechas más recientes, un estudio publicado en la Universidad de Wageningen en los Países bajos señalaba la idea de producir aceites a partir de insectos para su uso contra el acné y otras afecciones cutáneas.
7. Elaboración de biocombustibles
Los insectos podrían servir para generar biocombustibles de segunda generación, más ecológicos que los de primera generación al no basarse en materia prima alimenticia. En Estados Unidos un equipo de investigadores trabaja para producir bioetanol a partir de una especie de termita centroamericana que transforma de manera muy eficaz la madera en azúcar. En España, el empresario malagueño Manuel Luque ha patentado un sistema para cultivar larvas de moscas de las que luego se obtienen grasas con las que elaborar biodiésel. Los restos del proceso se pueden además aprovechar como alimento en acuicultura o de biofertilizante en invernaderos.