La aplicación de la tecnología de gasificación de plasma, según sus defensores, permitiría contar con sistema moderno, limpio, eficiente y de la larga duración, capaz de tratar todo tipo de residuos, incluso los más difíciles, como neumáticos, productos peligrosos, sedimentos, plásticos, etc. El proceso permite además generar energía y diversos productos que pueden aprovecharse. Sin embargo, su desarrollo se encuentra todavía en una fase inicial, y sus detractores afirman que es un proceso muy caro y no tan limpio como propugnan sus impulsores.
Esta tecnología se utiliza en la actualidad principalmente para destruir desechos peligrosos, por su manera limpia y eficaz de acabar con ellos. Por ello, algunas empresas están trabajando para utilizar este sistema como sistema de valorización de residuos urbanos.
Imagen: Bertrand DugardinEl sistema consiste en un reactor con antorchas en las que se inyecta energía eléctrica de alto voltaje y algún tipo de gas, como oxígeno, nitrógeno o argón. Este proceso permite generar temperaturas cercanas a las de la superficie del Sol (más de 1.500ºC) y obtener el estado de plasma, es decir, un gas cuyos átomos han perdido o ganado electrones. De esta manera, los enlaces de las moléculas se rompen y los residuos quedan en forma de átomos inofensivos.
Posteriormente, la materia orgánica del residuo se convierte en un gas de síntesis (syngas) compuesto por hidrógeno y monóxido de carbono que puede ser utilizado para producir energía o combustibles líquidos. Por su parte, los residuos inorgánicos se funden en el fondo del reactor, obteniendo un material vitrocerámico que se puede destinar a la fabricación de productos abrasivos, como aislantes de alta temperatura (lana mineral) o relleno de la bases de carreteras.
Este proceso permite generar temperaturas cercanas a las de la superficie del Sol (más de 1.500ºC)En cualquier caso, Julián Uriarte, presidente de la Asociación Técnica para la Gestión de Residuos y Medio Ambiente, ATEGRUS, subraya que la aplicación de esta tecnología en la valorización de los residuos se encuentra todavía en un estado muy incipiente, y su empleo en la actualidad es sobre todo para destruir residuos peligrosos.
Por ejemplo, la localidad palentina de Carrión de los Condes autorizaba recientemente la construcción de una planta, para reciclar principalmente neumáticos, que incluye entre sus sistemas de tratamiento esta tecnología. Sus responsables, el Grupo Hera Holding, es una de las empresas pioneras en esta técnica en España, y cuenta con un Centro de I+D en Castellgalí (Barcelona) para mejorar este sistema.
Por su parte, el municipio coruñés de As Somozas comenzaba recientemente la construcción de una planta que incorpora la tecnología de plasma de la empresa estadounidense Solena para acabar con desechos industriales como pinturas, disolventes y neumáticos. La nave, con un coste de unos 60 millones de euros, eliminará seis toneladas de basura por hora, y generará 15 megavatios de electricidad, suficientes para suministrar a 15.000 viviendas, según sus responsables. Asimismo, esta compañía planea poner en pie unas instalaciones similares en la localidad cordobesa de Bélmez.
En cuanto a ejemplos a nivel internacional, la planta de gasificación de plasma más grande del mundo se encuentra en el «Eco-Valle» de Utashinai (Japón). Con tecnología de la empresa estadounidense Westinghouse Plasma, es capaz de transformar hasta 280 toneladas de residuos diarios.
Críticas al sistema
No todo el mundo está de acuerdo en apoyar esta tecnología. Ecologistas en Acción considera que en realidad se trata de un sistema de incineración encubierto, y que por lo tanto, también tiene el peligro de que se formen dioxinas, furanos y otros productos de combustión incompleta que desencadenan procesos cancerígenos.
Sin embargo, los defensores de este tipo de instalaciones afirman que cumplen con los requerimientos medioambientales, reduciendo considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero y otros compuestos nocivos, como dióxido de azufren, mercurio, y óxidos de nitrógeno.
Imagen: Curtis PalmerPor otra parte, los expertos de Ecologistas en Acción añaden que estas plantas requieren una gran cantidad de energía eléctrica y de agua, lo que puede poner en peligro el abastecimiento para uso agrícola y humano.
Jesús Rincón, químico del Consejo Superior de Investigaciones Científica (CSIC) asevera que si bien con los gases resultantes se puede producir energía, «tan sólo se amortiza una proporción muy pequeña del gasto eléctrico generado durante el proceso». No obstante, este experto defiende la técnica para procesar desechos peligrosos como los hospitalarios o los radiactivos, que exigen un tratamiento más exigente. Asimismo, se trata de un proceso muy caro, según un estudio de la Unión Europea, que calculaba unos gastos de ente 150 y 300 euros por tonelada de residuo.
Por todo ello, los ecologistas recuerdan que proyectos de este tipo de plantas ya han sido rechazados, como por ejemplo en 2003 en la localidad de Alcorisa, ubicada en la zona minera de Teruel.
En definitiva, desde Ecologistas en Acción se aboga por la puesta en marcha de un sistema de tratamiento de residuos que apueste decididamente por la reducción, la reutilización y el reciclaje, evitando este tipo de instalaciones.
Diversas investigaciones basadas en la gasificación del plasma buscan incluso aprovechar los residuos nucleares. El Global Nuclear Energy Partnership (GNEP), un programa de cooperación internacional impulsado por el Departamento de Energía de Estados Unidos, trabaja en un nuevo reactor que aprovecharía estos residuos como combustible, produciendo hasta 100 veces la energía de los reactores convencionales y generando un 40% menos de residuos.
Por su parte, científicos del Centro de Investigaciones ruso Kurchatov, del Instituto austriaco Johann Radon y del Instituto Tecnológico Technion de Israel trabajan en la denominada “fusión de la gasificación de plasma” (PGM en sus siglas inglesas), que combina altas temperaturas y baja energía radiactiva para transformar el desecho.