Los ciudadanos usan cada vez más toallitas húmedas de higiene íntima, desmaquillantes, limpiadoras para cristales, muebles, etc. Pero al tirarlas al retrete, estas se convierten en gigantescos “monstruos”: se estima que las depuradoras recogen en España 10 kilos por persona al año. Además, para limpiar y subsanar las roturas y atascos que producen, una ciudad de un millón de habitantes gasta unos cuatro millones de euros anuales. Y no es el único impacto que causan. Este artículo revela qué problemas medioambientales y económicos generan las toallitas húmedas y cómo evitarlos.
Toallitas húmedas por el retrete: ¿qué impacto producen?
El impacto de las toallitas húmedas crece «de manera exponencial», asegura Rakel Reyes, responsable de comunicación del grupo de industrias de medio ambiente de Euskadi, Aclima, que señala que solo en dicha comunidad autónoma se vertieron por los inodoros en 2015 más de 2.400 toneladas. Fernando Morcillo, director general de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, apunta que las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales recogen en nuestro país 10 kilos anuales de toallitas por persona, ya que se agrandan en el camino al empaparse de agua y otros residuos.
Las toallitas húmedas causan daños por valor de cuatro millones de euros anuales en una ciudad de un millón de habitantesLas noticias sobre averías que colapsan los sistemas de saneamiento son cada vez más numerosas. Dos ejemplos recientes: a finales de septiembre una masa de toallitas húmedas y otros desechos del tamaño de seis coches obturaba uno de los tres grandes colectores de San Sebastián; y, a principios de octubre en Valencia, se detectaba una masa diez veces mayor que la de la capital guipuzcoana y ocho veces mayor que la registrada en Londres, donde las llaman «fatbergs» (de fat, grasa y bergs, icebergs).
«Las toallitas húmedas atascan las redes de saneamiento, con el consiguiente gasto económico y un daño ambiental considerable», subraya la portavoz de Aclima, que coordina desde el año pasado la campaña «No alimentes al monstruo«, promovida por la Agencia Vasca del Agua y siete consorcios y mancomunidades de agua de Euskadi, para concienciar a la población, como se ve en este vídeo:
Toallitas húmedas en el váter: ¿cuánto nos cuestan?
Morcillo destaca otros impactos, entre ellos, los económicos. Las roturas y labores de limpieza y tratamiento generan un gasto anual de cuatro euros por habitante y ciudad. Es decir, en una población de un millón de habitantes, los ayuntamientos tienen que invertir unos cuatro millones de euros. La empresa de gestión de agua Aqualia estima que las toallitas húmedas y otros textiles suponen cerca de un 18% de coste adicional para las depuradoras de una localidad de tamaño medio. La Asociación Europea de empresas de Abastecimiento y Saneamiento calcula que ocasionan un gasto de entre 500 y 1.000 millones de euros al año en toda Europa.
Las toallitas húmedas, además, tienen impactos ambientales. Cuando se produce una sobrecarga, como por ejemplo cuando llueve mucho, entran en acción los salideros de protección para que las aguas residuales no salgan por las alcantarillas. Los tapones creados por toallitas, sin embargo, hacen que estos salten con más facilidad, causando vertidos en sitios y momentos que se desconoce, pudiendo estar horas y hasta días sin control, y donde habitualmente no deberían originarse, como en un entorno natural, un río, etc.
Pero aún hay más: el personal de mantenimiento sufre un trabajo extra manual en unas condiciones más penosas de lo habitual. Tienen que hacer frente a una masa informe muy difícil de extraer en tubos de poco diámetro.
¿Cómo evitar el impacto de las toallitas?
Morcillo explica que los ciudadanos se deberían guiar por «la regla de las tres pes» para saber qué residuos sí pueden echarse al retrete: «pipí, popó y papel higiénico». Para el resto aconseja colocar una papelera al lado donde depositarlos.
Reyes añade que han puesto en marcha en Euskadi Expo-retrete, una exposición itinerante que, bajo el lema «El retrete no es una papelera», enseña los efectos de las toallitas y otros desechos, como bastoncillos, medicamentos, pinturas, etc.
Tanto Morcillo como Reyes destacan que el etiquetado de los fabricantes es confuso, con imágenes o frases que inducen a pensar o hasta señalan que pueden arrojarse al váter y que son «biodegradables», dando a entender que no causarán problemas. Pero, como explica el youtuber Water Hacker en el siguiente vídeo sobre el impacto de las toallitas, «a tu cuñado le quitas el cinturón y las gafas y también es 100% biodegradable, y no lo vas a tirar al váter, porque se atasca». Según el director general de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, para que fueran auténticamente biodegradables y no dieran problemas tendrían que descomponerse en entre 5 y 30 días.
Morcillo añade que en los puntos de venta se podrían ubicar las toallitas en otra zona distinta a la del papel higiénico, porque hay estudios que señalan que los consumidores tienden a pensar que son lo mismo y lo usan igual.
Ahora bien, Morcillo también reconoce los esfuerzos de mejora del sector. Por un lado, explica que trabajan en normas a nivel nacional e internacional para distinguir con claridad estos productos. Por otro lado, algunas empresas están innovando en productos más amables con el medio ambiente y los sistemas de saneamiento, como por ejemplo toallitas de celulosa, más naturales y biodegradables a corto plazo. Reyes puntualiza: «No estamos en contra de que se usen, sino de que se usen mal».
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