Llevan 150 millones de años en el planeta, pero podrían desaparecer en las próximas décadas. Los científicos alertan de que las tortugas marinas se encuentran en peligro. El impacto del ser humano en su hábitat o la caza, tanto la accidental como la ilegal, son algunas de las principales causas.
Según la Lista Roja de la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), seis de las siete especies de tortugas que habitan los océanos se encuentran en peligro de extinción. En concreto, se identifican en «peligro crítico» la tortuga baula, laúd, leatherback o tartaruga de couro (Dermochelis coriacea), la tortuga lora o Kemp’s ridley (Lepidochelys kempii) y la tortuga carey o hawksbill (Eretmochelys imbricata). Por su parte, en situación de «peligro» se hallan la tortuga verde oliva (Lepidochelys olivacea), la caguama, cabezona o loggerhead (Caretta caretta), la tortuga verde o blanca (Chelonia mydas) y la flatback (Natator depressus).
Las causas que han llevado a esta situación son varias, y todas provocadas por el ser humano. Según WWF/Adena, su principal amenaza es la destrucción de las costas, y en concreto la presión turística que conlleva un gran impacto en las playas donde estos animales ponen sus huevos. Además el exceso de ruido e iluminación en las costas desorienta y provoca estrés en las hembras, disminuyendo así su reproducción.
Por ejemplo, de las tres tortugas que pueden verse en el Mediterráneo, la verde, laúd y boba, las dos primeras nidifican en playas de este mar, en su parte oriental, zonas con gran densidad turística. Aquí, la población de hembras ponedoras se estima entre 2.000 y 3.000 ejemplares, principalmente entre Grecia, Turquía y Chipre.
Por su parte, los ejemplares jóvenes de tortuga boba suelen decantarse para su crecimiento por las aguas comprendidas entre la costa mediterránea peninsular y Baleares. En cuanto a su número, no se sabe con certeza, aunque se considera que el número de hembras reproductoras no sobrepasaría las 100.000 en todo el mundo, de las cuales la mitad se encontraría en el Atlántico.
A pesar de que su caza está prohibida hace años, decenas de miles de tortugas mueren para abastecer el mercado negroAdemás de este motivo, Greenpeace destaca la captura ilegal de ejemplares adultos, así como el saqueo de sus huevos en las playas de anidación. Según esta organización ecologista, a pesar de que su caza está prohibida hace años, decenas de miles de tortugas mueren para abastecer el mercado negro con conchas de carey, pieles para botas y billeteras, huevos a los que se atribuyen falsas propiedades o carne para sopa de tortuga.
Asimismo, los expertos de Greenpeace añaden como otros factores que han incrementado su mortandad la contaminación de los mares, la destrucción de su hábitat, los efectos de fenómenos naturales, como las mareas rojas, y enfermedades como el fibropapiloma, que va en aumento afectando gravemente a estos quelonios.
Por su parte, Oceana recuerda también la gravedad de la pesca accidental, en concreto a manos del palangre. Esta técnica pesquera consiste en una línea mantenida en la superficie por boyas de las que cuelgan anzuelos unidos a los sedales. La mayoría de las grandes flotas palangreras que faenan en el Atlántico Norte -entre las que se encuentra la española- se dedican a la captura de pez espada y túnidos, y en ocasiones tiburones. Sin embargo, otras especies, entre ellas las tortugas, son también atraídas por los cebos, y si bien no todos los ejemplares terminan pereciendo, un gran número sufre heridas severas que provocan su muerte.
En este sentido, un estudio publicado en la revista Ecology Letters asegura que cada año se capturan en el mundo entre 250.000 y 430.000 tortugas (200.000-316.00 bobas y 50.000-114.000 laúd). De este total, un 60% se producen en el Atlántico y un 10% en el Mediterráneo, si bien otras estimaciones creen que las capturas en el Mediterráneo pueden ser superiores.
Cómo evitar su extinción
Imagen: eNilLos expertos consideran que la protección de estos animales requiere la total aplicación de la legislación y de los diversos planes conservacionistas y de recuperación puestos en marcha en la actualidad. Así, serían necesarias mayores medidas de protección para su hábitat, especialmente sus zonas de nidificación, expuestas al impacto del desarrollo urbanístico costero. Por otra parte, la persecución de la caza y el comercio ilegal es otra de las condiciones indispensables para evitar la disminución de estos reptiles.
En el caso de la pesca accidental, se recomienda a las flotas pesqueras el uso de anzuelos redondos o circulares en sustitución del palangre, capaces no sólo de minimizar el impacto sobre estos animales, sino también sobre los accidentes laborales. Asimismo, la investigación científica y la aplicación de nuevas tecnologías también pueden ser de gran ayuda. Por ejemplo, la Agencia Espacial Europea (ESA), mediante su satélite Envisat, ha podido seguir el viaje de las tortugas laúd a través del Atlántico, lo que servirá para desarrollar estrategias que minimicen sus amenazas.
Imagen: jared swaffordVarios expertos han destacado en la revista Quercus un estudio que alerta del peligro de las tortugas de acuario. Sus responsables aseguran que no sólo pueden trasmitir enfermedades, como la salmonelosis, sino que tras ser abandonadas en el medio natural pueden llegar a desplazar a los galápagos autóctonos. Es lo que le ha ocurrido a la tortuga de estanque, que se ha visto afectada por la tortuga de Florida, cuyo apetito voraz pone en peligro su supervivencia.
Por ello, estos expertos aconsejan a los ciudadanos que sean responsables a la hora de comprar uno de estos animales y a los vendedores que proporcionen información sobre la biología y los requerimientos de las mascotas que venden, de manera que los compradores puedan valorar antes de llevárselas si van a ser capaces de cuidarlas.