Los residuos que reciclan los consumidores no siempre acaban tratados adecuadamente. Así lo señalan instituciones como la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), dependiente de la Unión Europea (UE), y ONG como Greenpeace. Sus responsables revelan el aumento en los últimos años del traslado ilegal de residuos, incluidos peligrosos, a países en desarrollo con escasas o nulas medidas sanitarias o de control de la contaminación. Los elevados costes del tratamiento de los residuos y la falta de control llevan a empresas e instituciones responsables de su reciclado final a cometer este fraude que afecta a la salud y el medio ambiente de millones de personas en todo el mundo.
La legislación europea indica como objetivo que los Estados miembros eliminen sus residuos adecuadamente dentro de sus propias fronteras, incluidos los peligrosos. Sin embargo, la AEMA advierte de una realidad muy diferente: entre 1997 y 2005 casi se cuadruplicaron los traslados de residuos peligrosos y problemáticos para su eliminación.
El caso concreto de los traslados de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), considerados peligrosos, es especialmente llamativo. Al igual que para el resto de residuos, la UE permite su traslado, pero limita su destino a países «desarrollados» que dispongan de tecnología y legislación medioambiental para un correcto tratamiento, es decir, a miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Entre 1997 y 2005 casi se cuadruplicaron los traslados de residuos peligrosos y problemáticos de la UE para su eliminaciónNo obstante, la práctica es bien distinta, como por ejemplo ha puesto de manifiesto una investigación de Greenpeace y los medios de comunicación Sky News y The Independent. Sus responsables depositaron un televisor con un localizador por satélite en las instalaciones municipales de reciclaje de Hampshire, Reino Unido. De esta manera, siguieron por Internet su recorrido en el que, después de hacer escala en varios lugares, acabó en Nigeria. Los impulsores de este estudio aseguran que se trata de uno de los cientos de vertederos de los países en desarrollo que acogen los 6,6 millones de toneladas de RAEE que salen cada año de la UE, y explican que este traslado resulta más económico que reciclar conforme a la ley.
Por su parte, la AEMA reconoce no disponer de datos exactos «debido en parte al uso de códigos ambiguos para informar sobre los traslados», si bien aseguran tener constancia documentada de casos que infringen la ley, y de forma indirecta, del alcance de este problema. Según las estadísticas comerciales, en 2005 se exportaron de la UE a países africanos más de 15.000 toneladas de televisores en color. La legislación prohíbe el traslado de aparatos eléctricos y electrónicos si se han convertido en residuo, pero lo permite si se trata de reutilizar aparatos de segunda mano en funcionamiento.
Por ejemplo, cada día llegan a Nigeria, Ghana y Egipto unos mil televisores, donde reciben un valor medio de 28 euros, frente a los 350 euros de media de los comercializados en Europa. Por ello, de esta diferencia se deduce que en una gran mayoría son residuos. Asimismo, los expertos comunitarios advierten de que los televisores serían la punta del iceberg, ya que el volumen de PC, teléfonos móviles, CD, DVD, etc. es cada vez mayor.
Un destino contaminante y tóxico
En vez de ser reciclados o desmantelados sin impacto ambiental, como marca la legislación europea, los responsables de la AEMA explican que este tipo de RAEE suelen acabar desmontados en África y Asia con «escasas o nulas medidas de protección personal o de control de la contaminación». En concreto, señalan que «muchas veces» se queman al aire libre para recuperar sus componentes y sus metales, emitiendo generalmente partículas de cenizas volantes cargadas de metales pesados y otros materiales tóxicos para la salud humana, el suelo y las aguas superficiales.
Por ejemplo, un sistema común consiste en utilizar agua regia, una mezcla de ácidos que permite recuperar el oro de los chips. Los operarios, sin medidas de protección, se exponen a los humos ácidos desprendidos en el proceso, y los lodos resultantes acaban en los ríos sin tratamiento alguno. Greenpeace asegura que suele tratarse de menores de edad que trabajan en gigantescos vertederos sin control y en los que sufren exposiciones permanentes a compuestos químicos tóxicos como el mercurio, el plomo o el cadmio.
Los ordenadores tienen un problema añadido en estos vertederos, y es que su información no se elimina de forma segura. Por ejemplo, se han localizado PC en Nigeria con documentación sensible del Banco Mundial o de los servicios de protección a menores de América.
Los residuos eléctricos y electrónicos acaban desmontados en África y Asia con escasas o nulas medidas de protección personal o de control de la contaminaciónYolanda Gamell, de la revista Options, señala los principales países receptores de estos residuos. China se ha convertido en el «vertedero electrónico mundial», aunque no es el único, ya que otros países como la India o Haití son otros «paraísos» para estos residuos. Asimismo, la India y China, junto a Pakistán y Bangladesh, son también utilizadas como cementerios de barcos.
Por otra parte, el traslado de residuos no peligrosos fuera de la UE también ha aumentado significativamente en los últimos años. Los responsables de la AEMA señalan que entre 1995 y 2007 la exportación de residuos de papel a Asia, principalmente a China, se ha multiplicado por diez, mientras que en el caso de los plásticos y metales se ha multiplicado por once y cinco veces, respectivamente.
La AEMA afirma que la legislación de la UE, que exige a los Estados miembros alcanzar determinados niveles de reciclado, fomenta indirectamente el traslado de residuos. Ahora bien, en principio, un correcto reciclado de los residuos resulta beneficioso para el medio ambiente y permitiría a estos países en desarrollo reducir su consumo de materias primas vírgenes. El problema surge de la incapacidad de hacer cumplir las normas europeas e internacionales sobre el traslado y posterior tratamiento de los residuos.
En el caso de los residuos peligrosos, el Convenio de Basilea de Naciones Unidas regula desde 1986 en el ámbito internacional estos movimientos. Para evitar que cualquier país pusiera en peligro la salud y el medio ambiente de sus ciudadanos a cambio de recibir por dinero estos residuos, en 1995 se exigió a la UE, la OCDE y Liechtenstein que prohibieran cualquier exportación de residuos tóxicos. Sin embargo, la prohibición del Convenio no ha sido firmada por suficientes países como para su entrada en vigor.
Por ello, desde la AEMA se solicitan mayores medidas de vigilancia y control para que se cumpla la legislación. Sus responsables reclaman una información más detallada sobre los residuos trasladados para diferenciar a los legales de los ilegales, y actuar sobre estos últimos. Los frentes son muy diversos: por ejemplo, el traslado se suele realizar en grandes barcos que traen mercancías desde los países en desarrollo y que aprovechan el viaje de vuelta para llevar los residuos europeos.
Por su parte, los consumidores son fundamentales para evitar estos traslados ilegales. Además de concienciarse de los beneficios del reciclaje, los ciudadanos deben exigir a las instituciones que cumplan con la legislación y eviten este tipo de prácticas. Asimismo, los consumidores pueden marcar tendencias de mercado, y si el medio ambiente se encuentra entre sus prioridades de compra, las empresas tomarán buena nota. Por ejemplo, la empresa informática Dell anunciaba hace poco su compromiso de ampliar la definición de residuo de sus productos a “todas las piezas o aparatos no operativos, independientemente del material del que estén compuestos”, de manera que se exija que los equipos sean probados como “operativos” antes de su exportación.