Los países del G-8 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Rusia, EE.UU. y Reino Unido) y China importan las dos terceras partes de la madera, pulpa, papel y muebles de madera del mundo. Así lo pone de manifiesto un informe de WWF/Adena titulado «La huella de la madera del G-8 y China», que asegura además que determinando los países que exportan productos de madera y sus derivados, y calculando qué proporción podría ser ilegal, el 13% de productos de madera y sus derivados importados por el G-8 y China son probablemente ilegales.
Esta cantidad es equivalente a una superficie de bosques del tamaño de Bélgica y Holanda juntos. En promedio, el 18% de este comercio satisface las demandas de los gobiernos para materiales como papel, muebles y materiales de construcción usados en escuelas, hospitales, y otros departamentos gubernamentales.
La madera importada por el G-8 y China procede principalmente de países productores como Brasil, Camerún, Gabón, Liberia, Indonesia, Malasia, Rusia y Vietnam, que han tenido problemas con la tala ilegal, según el informe. Las importaciones de China, por ejemplo, son originarias de países como Camerún y el lejano oriente ruso, en donde el 50% de toda la madera exportada es ilegal.
Vivir del bosque
Los ecologistas de Adena afirman que, en la actualidad, los recursos del bosque contribuyen directamente al sustento del 90% de los 1.200 millones de personas del mundo de países en vías de desarrollo, que viven en una extrema pobreza. Por esta razón, piden a los gobiernos que dirijan sus acciones contra la pobreza combatiendo la tala ilegal. Según estimaciones del Banco Mundial, la renovación de los créditos debido a los costos de la tala ilegal de los gobiernos alcanza los 5.000 millones de dólares anuales, con 10.000 millones más perdidos para la economía de los gobiernos de los países productores.
Asimismo, Adena insta a los gobiernos a adoptar y poner en marcha políticas verdes nacionales que obliguen a especificar que la madera que compran proviene de fuentes legales y bien manejadas.
En este sentido, el Jefe del Programa de Bosques de WWF-Reino Unido, Paul Toyne, asegura que el «G-8 y China, los consumidores más grandes de productos de madera y sus derivados en el mundo, no están adoptando políticas para identificar si la madera que compran es legal».
Por último, los ecologistas también consideran que deben buscarse acuerdos comerciales bilaterales con los países productores y asociarse con el sector privado a través de la Red Internacional de Bosques y Comercio de WWF/Adena, para apoyar plantaciones, inversiones, y el comercio certificado de la madera y sus productos derivados.
La organización ecologista se muestra convencida de que apoyando la certificación y etiquetando los productos de madera, los gobiernos pueden asegurarse de que no están comprando madera ilegal.