En la pasada Cumbre de Johannesburgo se presentó el Corredor Marino de Conservación y Desarrollo Sostenible Galápagos-Gorgona-Malpelo-Coiba-Isla del Coco, una iniciativa promovida y desarrollada por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Conservación Internacional (CI), la Convención Ramsar sobre Humedales, la Universidad de Standford, el Centro de Patrimonio Mundial de la UNESCO, la Comisión Inter-Americana del Atún Tropical (IATTC), Sloan Foundation y la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).
Las corrientes marinas de Humboldt y El Niño hacen que esta región tenga un alto nivel de interconexión ecológica. Por ello, se pretenden aunar esfuerzos científicos y políticos para llevar a cabo iniciativas de conservación. En esta zona son estas corrientes las que confluyen y condicionan las dinámicas climáticas y biológicas que influyen directamente en los patrones de migración de peces de importancia comercial tales como el atún y el tiburón, así como la dispersión de larvas de pepino de mar, langostas y corales.
Se trata de una zona de gran diversidad biológica con un alto grado de endemismos de pájaros, reptiles, peces, invertebrados, mamíferos marinos y plantas. Así, 17 de 27 especies de reptiles y 22 de 29 especies de aves son exclusivas de las Islas Galápagos. La Isla de Coco, por su parte, es la única isla grande en el Pacífico Oriental que tiene un bosque tropical húmedo. En sus aguas habitan gran cantidad de tiburones pelágicos y larvas marinas procedentes de remotas áreas del Indo Pacífico.
En Panamá y Colombia existen islas como Coiba y Gorgona de similares características a las anteriores en términos de su riqueza biológica. Estas piezas insulares son de gran importancia en la configuración del corredor de conservación. La actividad turística y pesquera de la zona, ante tanta riqueza natural, deberán ser reguladas con la participación de todos los agentes implicados para el correcto desarrollo de sus actividades.