Las teorías que defienden que el océano es capaz de actuar como elemento regulador del cambio climático, absorbiendo más cantidad de CO2 de la atmósfera, han sido refutadas en un artículo publicado en la revista «Science». Así, este trabajo, en el que participa Elena Colmenero, profesora de Geología de la Universidad de Salamanca, pone en evidencia el impacto en el océano por vías inesperadas del aumento de la emisión de gases.
El comportamiento de una variedad de algas microscópicas muy relevantes en el conjunto de la población vegetal marina, los cocolitóforos, ante el aumento del CO2 en la atmósfera ha sido la base sobre la que se sustenta este trabajo, coordinado desde distintas universidades del Reino Unido. La principal conclusión de este estudio, que todavía necesita de más confirmaciones para extender sus resultados a escala global, es que el océano no podrá funcionar como un «sumidero» de dióxido de carbono, tal como defendían numerosos estudios.
Estas algas unicelulares de muy pequeño tamaño, normalmente inferior a 30 micras, cuentan con dos particularidades. La primera es que son fotosintéticas, mientras que la segunda es que rodean su única célula de una cubierta calcárea rígida formada por pequeñas placas de carbono. Los investigadores, coordinados por el National Oceanographic Centre de Southampton y la Universidad de Oxford, querían comprobar si el incremento de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre causaría en este tipo de algas las mismas consecuencias que las ya detectadas en los corales, que padecen graves problemas para poder llevar a cabo la calcificación y corren el riesgo de desaparecer.
Este problema de calcificación abría la posibilidad de que el océano aumentara su capacidad de absorber CO2. Sin embargo, el nuevo estudio ha determinado que el incremento de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre parece estar causando que los cocolitóforos produzcan mayores cantidades de carbonato cálcico para crear su cubierta externa, lo que supone que liberan mayores cantidades de CO2. Asimismo, los investigadores han comprobado que no sólo aumenta el grado de calcificación, sino que también aumenta su tasa de fotosíntesis, lo que reduce el CO2.
Este aparente balance cero de dióxido de carbono permitiría deducir que las futuras poblaciones de estas algas no acelerarán ni reducirán el crecimiento de los niveles de CO2 atmosférico, un resultado con grandes implicaciones en la predicción del ciclo del carbono en los océanos y en los modelos climáticos.
El estudio también permite extraer otra consecuencia de gran importancia. Y es que a partir de la medición de un testigo oceánico que permite analizar el comportamiento del medio marino en los últimos 200 años se ha puesto de manifiesto que al menos una parte de los componentes de los ecosistemas oceánicos están reaccionando al incremento exponencial de los niveles de CO2 atmosféricos de los últimos 60 años.