Miles de murciélagos están muriendo en Estados Unidos debido a un extraño y mortífero mal. Se trata de un caso similar al del síndrome de despoblamiento de las abejas, un misterioso fenómeno que fue desentrañado por investigadores españoles. Estos expertos, del Centro Regional Apícola de Marchamalo (Guadalajara), descubrieron que era un parásito de origen asiático el causante de la desaparición de las abejas.
Ahora le ha tocado a los murciélagos. En concreto, los afectados son tres especies distintas de quirópteros que viven en cuevas y que son muy gregarios, de tal manera que forman colonias de decenas de miles e incluso de millones, sobre todo en Estados Unidos, según explica el investigador y experto en murciélagos Carlos Ibáñez.
El «síndrome de la nariz blanca», nombre que se le ha dado a la mortal enfermedad y que ya ha acabado con al menos 8.000 ejemplares, se está propagando a un nivel alarmante y los investigadores piensan que podría tratarse de la amenaza más grave contra los murciélagos, si bien desconocen aún si se trata de una bacteria o un virus ni si el anillo blanco que aparece en el hocico de los animales es una causa o un síntoma.
Vuelos diurnos
El comportamiento que están teniendo los quirópteros antes de morir también es muy extraño, pues se les ha estado viendo volar de día y durante todo el invierno. Unos vuelos que son el preludio de su muerte. Para Ibáñez hay dos opciones: que el problema que tengan les haga que salgan a volar, abandonando su hibernación, y pierdan las reservas de grasa y mueran por debilitamiento; o que otra causa les esté provocando un debilitamiento por el que no pueden hacer frente a un hipotético agente infeccioso.
La última hipótesis que se baraja es que se trate de un hongo, pues hasta el momento no se han hallado rastros de un virus, aunque el abanico de posibilidades abarca también una toxina, un desorden metabólico o un factor ambiental.
En España se produjo un caso similar hace seis o siete años. Entonces aparecieron muertos cientos de ejemplares de murciélago de cueva («Miniopterus schreibersi»). El hecho de que los cadáveres se encontraran tarde no permitió realizar pruebas concluyentes, aunque, según Ibáñez, se hallaron lesiones pulmonares, algo que coincide con la neumonía detectada en Estados Unidos.