El próximo 1 de noviembre se cumplirá el 250 aniversario de la mayor catástrofe natural conocida en la historia de Europa. Un terremoto de 8,7 grados en la escala Richter sacudió Portugal y el centro y sur de España durante 120 segundos, tiempo suficiente para arrasar pueblos y provocar centenares de muertos. Esta efeméride coincide con cinco campañas internacionales de exploración oceanográfica y perforación en el Golfo de Cádiz financiadas por la Comisión Europea, que pretenden arrojar luz sobre la compleja geología de la región. En la revista «Science», Marc-André Gutscher, del Instituto Universitario Europeo del Mar, detalla hoy cómo varios estudios recientes de esa zona del sureste peninsular han dado información sobre el gran terremoto de 1755 y sobre la posibilidad de que puedan repetirse seísmos de semejante intensidad cada mil años.
El escenario geológico es la falla Azores-Gibraltar, que cruza esta amplia región donde la placa tectónica africana choca contra la euroasiática. La primera empuja a la segunda por el sur de la Península Ibérica, desplazándola 4 milímetros al año en dirección noroeste. Sin embargo, esta amplia región no está muy bien definida geológicamente y no se ha identificado todavía con exactitud la fuente del cataclismo de 1755, explica Gutscher. De hecho no existe un modelo geodinámico aceptado sobre el borde África-Iberia, cuyos accidentes principales son las cordilleras Bética y del Rif, el Golfo de Cádiz, y el Mar de Alborán.
Tres modelos
Hasta tres modelos diferentes -subducción en distintas direcciones, delaminación litosférica y colapso convectivo- están en discusión. Gutscher señala que en los últimos 15 millones de años, el adelgazamiento de la corteza terrestre y su extensión produjo la profunda depresión del Mar de Alborán, frente a la costa de Granada y Almería, mientras se formaban las cordilleras Bética y del Rif por un proceso de delaminación litosférica, según el modelo más antiguo y popular.
Pero el científico afirma que recientes análisis tomográficos realizados por su equipo apoyan la hipótesis de un proceso de subducción bajo en el Estrecho de Gibraltar en dirección este. Las imágenes obtenidas muestran material frío y denso descendiendo desde la superficie hasta 700 kilómetros de profundidad. Además, la química de los volcanes del Mar de Alborán muestra que surgieron hace más de cinco millones de años de forma semejante a la cadena de islas del Pacífico.
La principal cuestión que plantea este investigador en la revista «Science» es la posibilidad de que ese sistema de subducción esté todavía activo y exista riesgo sísmico a largo plazo. En su opinión, se disponen de evidencias sobre la persistencia de actividad, tras la identificación y análisis de numerosos volcanes activos en el Golfo de Cádiz, así como de sedimentos marinos que sólo tienen miles de años de antigüedad. En las conclusiones de su artículo, Marc-André Gutscher sostiene que este proceso activo de subducción al sur de la Península Ibérica pudo haber producido el gran terremoto de Lisboa hace 250 años y puede generar a largo plazo terremotos de intensidades semejantes.
Falla bloqueada
El experto francés reconoce que no se ha registrado con instrumentos sismológicos ningún seísmo que avale la existencia de un proceso activo de subducción. No obstante, matiza que esa observación podría explicarse si la falla potencialmente generadora de terremotos está bloqueada. Según Gutscher, un escenario geológico similar se da en otras partes del mundo, como Nankai (Japón) y Cascadia (frente a las costas de Canadá y EE.UU. en el Pacífico). Ambas regiones tienen en común una actividad sísmica bloqueada, que se rompe con grandes terremotos cada de 100 a 1.000 años.