Algunos de los mejores espacios naturales españoles corren serios riesgos en su conservación debido a la suma de varios factores agresivos como el cambio climático y la excesiva explotación de su vertiente turística. Sólo el parque nacional de Ordesa y Monte Perdido (Pirineos), que atesora los únicos glaciales de la península, ha visto reducidas estas lenguas de hielo de 1.700 a apenas 500 hectáreas en el último siglo, según un informe de WWF/Adena. Según este trabajo, el clima está alterando los límites de distribución de las especies, forzándolas a emigrar o colonizar nuevas áreas. En otras zonas de montaña como el parque nacional de Sierra Nevada, especies autóctonas como el pino albar se ven en peligro por el avance de la procesionaria, que elevan su hábitat gracias al aumento de las temperaturas. El informe también advierte de la grave situación de otras áreas naturales como los parques de Doñana y Daimiel, cuyos humedales se evaporan a marchas forzadas.
Estos datos se dan a conocer en coincidencia con la clausura del Congreso Mundial de Parques Naturales, que ha reunido durante diez días a 3.000 delegados de 154 países en Durban (Sudáfrica). Esta cumbre se celebra cada diez años. En la última década, ha logrado que el 12% de la superficie del planeta y el 1% de las aguas marinas sean declaradas protegidas. El objetivo era conciliar el uso humano con la explotación comercial (sobre todo turística). Pero en 1993 nadie podía pensar en el impacto futuro del cambio climático. «Desde el último congreso mundial, el cambio climático se ha revelado como una de las principales amenazas. Por eso, este congreso debe enviar un mensaje muy claro a los líderes mundiales», explica el director general de WWW/Adena, Claude Martin.
Septiembre es clave para el debate sobre la conservación de la naturaleza. A la reunión de la Organización Mundial de Comercio en Cancún, se añade la recién clausurada en Durban y, a finales de mes, el Congreso Forestal Mundial en Québec (Canadá). En esta última se discutirán los problemas derivados de la actual explotación de bosques basada en monocultivos a gran escala y madereo a escala industrial, que ponen en peligro zonas cercanas a las grandes áreas protegidas.