Las temperaturas subirán por encima de lo deseado en los próximos años, con posibles efectos catastróficos, y las tensiones por el petróleo afectarán a nuestros bolsillos, en especial en España, muy dependiente de los combustibles fósiles. Quien señala este panorama es Xavier Labandeira Villot, catedrático de Economía de la Universidad de Vigo, autor principal del quinto informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU y director del centro de investigación privado Economics for Energy. Frente a ello, Labandeira sugiere apostar por la eficiencia energética y las energías renovables.
“El incremento de los gases de efecto invernadero será considerable”
La fotografía es en efecto sombría. Durante los próximos años, esperamos una demanda energética muy activa, sobre todo de las economías emergentes (en especial China), pero también por una población global en expansión. Habrá tensiones importantes sobre el precio del petróleo, con efectos en nuestras economías y bolsillos. Muchas de estas economías emergentes harán grandes inversiones en tecnologías no carbónicas, como renovables o nuclear, pero su consumo de carbón y gas natural tendrá una expansión importante (incluidas fuentes no convencionales).
El incremento será considerable. Las inercias llevan a subidas de temperatura muy por encima del límite de 2º C de aumento, con respecto a la época preindustrial. Para muchos, implica adentrarnos en territorios climáticos inexplorados y con efectos en potencia catastróficos.
Aunque cada día sabemos más sobre la evaluación de impactos, el diseño de políticas y sus efectos, no ha habido otro informe tan ambicioso y con tanta relevancia mediática y sociopolítica. Las economías y sociedades avanzadas han cambiado mucho desde aquel informe por la irrupción de la crisis económico-financiera.
La población está atemorizada por una crisis que se agrava y no parece tener solución a corto plazo. Los problemas lejanos, globales y con incertidumbres pasan a un segundo plano. Las políticas climáticas seguirán débiles e incompletas en los próximos años. El poco efectivo proceso negociador de las “cumbres climáticas” no ayuda nada.
“La suspensión de las primas a las renovables no es una buena noticia”Dependerá en gran medida de la capacidad de las alternativas no carbónicas y de la eficiencia energética para asumir cuotas mayores en los sistemas energéticos. A día de hoy, no parece fácil por lo que comentaba. Solo cabe defender la utilidad de estas políticas en términos climáticos y de ahorro económico, de seguridad energética, etc., y prepararse para la adaptación al cambio climático a gran escala.
Serán (ya lo son en muchos países) un vector muy relevante de los sistemas energéticos futuros. El problema será la presión que tendrán para cubrir las crecientes necesidades energéticas.
No es una buena noticia porque lanza una señal contraria a la que debería darse a los inversores y decisores empresariales. No obstante, hay muchos tipos de renovables y no todas tienen el mismo potencial ni los mismos costes. Las políticas de promoción han de ser coste-efectivas: buscar las tecnologías con mayores posibilidades futuras en términos de producción y ahorro de costes.
Las renovables son cruciales para el futuro, una especie de seguro en un entorno muy complejo como el que nos espera. No solo para mitigar las emisiones de GEI, sino también para controlar otros problemas ambientales y reducir la dependencia energética a los combustibles fósiles. En muchos casos, son tecnologías inmaduras que necesitan apoyos en sus fases iniciales para reducir costes y aumentar su cuota en el sistema energético.
“España tiene una economía muy poco eficiente en términos energético-ambientales”
Los consumidores deberían apostar al máximo por la eficiencia energética. En muchos casos, mejora nuestra calidad de vida, la situación económica familiar y del país y protege el medio ambiente. Podemos hacer mucho: comprar electrodomésticos, calefacciones o coches más eficientes, aislar mejor las viviendas, conducir de forma menos agresiva y rápida, etc.
Nuestra crisis tiene otros orígenes. Una economía muy volcada en el “ladrillo”, con niveles bajos de productividad y de competitividad internacional y un sector financiero cada vez más afectado. Dicho eso, muchos de los problemas anteriores reflejan un manejo ambiental ineficiente. El hecho de que nuestras emisiones de CO2 aumentasen a un ritmo inusitado desde mitad de los noventa hasta 2007 refleja una economía muy poco eficiente en términos energético-ambientales, que afecta a nuestra competitividad. Al ser un país tan dependiente energéticamente, una gran parte de nuestros recursos se dedican a pagar las importaciones de petróleo o gas, lo que agrava nuestra precaria situación económica.
El precio de la electricidad debe cubrir todos sus costes, incluidos los originados para reducir las emisiones contaminantes u otras externalidades. Un precio alto de la electricidad ayuda a que empresas y ciudadanos adopten medidas de eficiencia energética. En España, hemos estado obsesionados en mantener precios artificialmente bajos de la electricidad durante muchos años.
“En España hemos estado obsesionados en mantener precios artificialmente bajos de la electricidad”
Se ha aducido la necesidad de proteger la competitividad de nuestra economía (sin introducir cambios estructurales que actuasen de manera real sobre ella). Es posible que algunos sectores muy intensivos en energía necesiten medidas compensadoras. Su huida del país trasladaría su actividad y sus emisiones a otra parte. Pero en general, los precios de todos los bienes deben cubrir todos sus costes y han de evitarse déficits que, como el eléctrico, causan pan para hoy y hambre para mañana.
Esta tecnología tiene abundantes detractores por los problemas ambientales que puede ocasionar al utilizar productos altamente contaminantes y la inestabilidad que genera en los suelos. No veo grandes desarrollos en Europa, por ese motivo, a no ser que cambie mucho la situación económica y las preferencias sociales. Como ventaja, un gas natural barato y abundante permite sustituir emisiones mucho más contaminantes asociadas al carbón o al petróleo.