La sostenibilidad ambiental implica que el uso de recursos naturales y el impacto que nuestra vida tiene para el entorno sean asumible para el planeta. Esta es una tarea esencial para garantizar el bienestar de las personas, animales, plantas y ecosistemas naturales que conforman un país y, globalmente, el mundo. Pues resulta que ninguno de los 151 países más habitados es ambientalmente sostenible, alerta una investigación. En otras palabras: contaminamos más y gastamos recursos naturales (agua, suelo, minerales y vegetales) a un ritmo superior al que necesitaría la Tierra para reponerlos. Y eso no solo pone en peligro a los ecosistemas, también el bienestar de los ciudadanos está en riesgo. A continuación explicamos esta situación y apuntamos cómo revertirla.
La conclusión de una extensa investigación de la Universidad de Leeds (Reino Unido), que ha analizado la huella ecológica en 151 países del mundo como España, Portugal, Italia y Estados Unidos y que ha sido publicada en Nature Sustainability, es tajante: con la huella ecológica que producen, ningún país actual puede garantizar que sus habitantes vivan de forma sostenible, es decir, ajustados a la capacidad ecológica de sus entornos.
Una huella ecológica demasiado grande para el planeta
Los ciudadanos gastamos recursos naturales a un ritmo entre dos y seis veces superior a la capacidad del planeta para reponerlos, algo que es insostenible
Todos tenemos una huella ecológica, una medida del impacto que cada persona ejerce sobre el planeta. Su huella ecológica dice cuánto contamina cada día, en forma de basura pero también en gases contaminantes como el dióxido de carbono (CO2), y cuántos recursos naturales necesita para vivir (agua para ducharse, suelo para verter sus desperdicios, etc.). Si usted reside en España, la cantidad de residuos que produce rondará los 575 kilos al año, según Eurostat.
Esa cantidad de basura necesita ser tratada en plantas de residuos, que consumen energía y también liberan contaminantes a la atmósfera, al suelo y al agua principalmente. El resto acabará en vertederos, ocupando un valioso recurso en forma de suelo. Aunque no solo irán allí, pues buena parte de los residuos liberan lo que se llama un lixiviado, un líquido contaminante que acaba en el subsuelo y, en el peor de los casos, contaminando el agua subterránea, que es un recurso muy valioso.
Todos estos impactos son solo parte de lo que incluye su huella ecológica. Si a ella le suma las huellas del resto de los ciudadanos de su país (en España, 46 millones, según el INE), y los recursos que todos ellos necesitan para vivir (incluidos los ecosistemas naturales), resulta que toda esta vida y actividad es insostenible para el entorno natural del país.
Desde que se levanta, usted tiene una huella ecológica
Todo lo que hacemos, desde desayunar o cenar hasta navegar por Internet, utiliza recursos naturales de uno u otro modo. Sin embargo, no es tan sencillo relacionar cómo estos recursos que agotamos influyen en nuestra calidad de vida.
Necesidades básicas como una alimentación saludable o un sistema higiénico-sanitario adecuado «están íntimamente ligadas con el uso (o abuso) que los ciudadanos de un país hacen de sus recursos naturales», dice el economista ambiental Daniel O’Neill, uno de los autores del estudio británico. Los límites ecológicos del planeta (y de cada uno de los países) incluyen su capacidad de amortiguar los efectos del cambio climático, así como el uso del suelo y del agua.
Para entendernos, lo que sostiene el científico es que estamos pidiendo a los medios naturales un esfuerzo entre dos y seis veces superior a su capacidad de reponer los recursos que extraemos de ellos. Y esto, reconoce, es sencillamente insostenible.
¿Cómo vivir de forma amable con el planeta?
Con este ritmo de consumo actual de recursos naturales, el cambio hacia la sostenibilidad es complicado, admiten los expertos. Haría falta, afirman, un cambio drástico en el ritmo de consumo para colocarnos dentro de los límites que serían asumibles para el planeta. Entre las trasformaciones necesarias está reducir el crecimiento económico de las naciones más ricas, sustituir de inmediato la utilización de combustibles fósiles por un tipo de energía renovable, así como reducir la desigualdad social.
Aunque hay países ricos como EE.UU. y Reino Unido «que satisfacen las necesidades básicas de sus ciudadanos», aseguran los científicos, lo hacen con un uso de los recursos muy por encima del límite de los ecosistemas. Y, al contrario, países que sí son sostenibles ambientalmente, ya que hacen un empleo pequeño de los recursos naturales de los que disponen, como Sri Lanka, no cumplen, comentan los expertos, las necesidades básicas de su población.
Y claro, la insostenibilidad de nuestro estilo de vida no solo pone en jaque el bienestar de los ciudadanos. También hace muy difícil alcanzar objetivos de sostenibilidad, como frenar el cambio climático y sus impactos.
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