Ingenieros y médicos se han unido para alumbrar una nueva disciplina cuyos análisis han sido claves para establecer responsabilidades en los accidentes.
La bioingeniería es la ciencia que estudia el comportamiento del cuerpo humano en los accidentes de tráfico. Sus conclusiones pueden ser determinantes para establecer las responsabilidades en un siniestro o incluso detectar fraudes a los seguros. También ha servido a los fabricantes de vehículos para optimizar sus medidas de seguridad activa y pasiva.
Gracias a la bioingeniería se han creado «dummies» con una gran «biofidelidad», es decir, los muñecos que se utilizan en las pruebas de choque pueden simular con gran exactitud las lesiones que se hubieran producido en cada colisión, así como la gravedad de las mismas.
Actualmente se conocen con precisión, por ejemplo, los valores de aceleración máxima que soporta la masa encefálica antes de que se produzcan graves hemorragias, el grado máximo de torsión en las vértebras del cuello para producir lesiones o la fuerza con la que ha de impactar el hueso frontal para causar un traumatismo craneoencefálico.
Los informes emitidos por bioingenieros en los procesos judiciales permiten en muchos casos determinar las responsabilidades de accidentes en los que no se cuenta con datos suficientes. Por ejemplo, se puede averiguar si cada víctima llevaba puesto el cinturón de seguridad, si la gravedad de las lesiones que afirman sufrir se corresponde con la causada por el accidente o determinar la velocidad real de cada vehículo en el momento del impacto según la naturaleza de las lesiones de los ocupantes.
Datos sobre múltiples impactos
Todas las tablas y parámetros actuales se han obtenido en miles de pruebas realizadas desde principios de los años 60 en Estados Unidos y Europa. A esta recolección de datos se le ha denominado bioingeniería cuantitativa.
Al principio se introducían cadáveres en el vehículo, práctica que se abandonó rápidamente por obvias razones éticas y porque el comportamiento de un cuerpo con rigidez post mortem ante un golpe es muy diferente al de un cuerpo vivo con los músculos y tendones flexibles.
El avance de los materiales y la electrónica han permitido sustituirlos por «dummies» que reproducen con gran fidelidad el comportamiento del cuerpo humano y permiten obtener electrónicamente todo tipo de datos sobre los múltiples impactos.
Más recientemente se ha desarrollado la bioingeniería cualitativa. La grabación de las pruebas de choque con cámaras de alta velocidad hace posible determinar qué partes del cuerpo entran en contacto con el vehículo, en qué orden cronológico y con qué intensidad.
Los estudios sobre accidentes por alcance permiten determinar los niveles de impacto admisibles por el cuello y la velocidad relativa a partir de la cual se produce un daño por esguince cervical. Esta lesión era una de las fuentes de fraude más frecuentes para las aseguradoras. La bioingeniería evita muchos casos y ahorra importantes sumas a las compañías.