Con el objetivo de mejorar la seguridad en las carreteras y reducir los muertos, la Comisión Europea (CE) participa en la financiación de diversos proyectos como sistemas de comunicación entre vehículos para alertar de posibles problemas, medidas de seguridad pasiva para reducir lesiones o mejoras en la absorción de los impactos.
Ayer se presentó un informe por parte del comisario europeo de Transportes, Jacques Barrot, en el que se hace una evaluación a medio plazo de la iniciativa lanzada por la UE en 2001 con el objetivo de reducir a la mitad el número de muertos en accidentes de tráfico para 2010. Y lo cierto es que, a la vista de los resultados, el panorama no resulta alentador. Así, el número de fallecidos en 2001 en las carreteras fue de 50.000 y en 2005 se ha reducido a 41.600, lo que hace difícil conseguir el objetivo de 32.500 para 2010.
Barrot afirmó que «este número de muertos es inadmisible». Por ello, abogó por el desarrollo de vehículos e infraestructuras con diseños más seguros y la aplicación de nuevas tecnologías. En esta línea, según los datos de la Comisión Europea, el VI Programa marco de Investigación (2002-2006) ha destinado 100 millones de euros a proyectos para mejorar la seguridad de los conductores, pasajeros y peatones.
Uno de los proyectos cofinanciados con fondos comunitarios es el CARTALK, que desarrolla un sistema avanzado de apoyo a la conducción, basado en tecnologías de comunicación vehículo a vehículo. Se trata de un sistema que permite a un vehículo enviar un mensaje de alerta cuando detecta una avería, una alta densidad de tráfico o superficies de carretera peligrosas.
APROSYS, otro proyecto, se centra en reducir el número de muertos entre los ocupantes de coches y camiones, los motoristas, los peatones y los ciclistas. El objetivo es desarrollar nuevos modelos matemáticos del cuerpo humano para ayudar al diseño de coches, así como instrumentos para el desarrollo, aplicación y evaluación de sistemas de seguridad inteligentes.
La CE destaca otro proyecto para mejorar lo que se denomina compatibilidad de los coches, es decir, la capacidad de un vehículo para proteger a sus ocupantes en caso de colisión con otro coche. En ese proyecto, que hace pruebas para medir dureza del frontal del coche, participa el Instituto Universitario de Investigación del Automóvil, de la Universidad Politécnica de Madrid.