Si el automóvil que hemos adquirido tiene un fallo de fábrica, lo primero que haremos será hablar con el propio concesionario. Lo habitual es que resuelva el asunto causando las menores molestias posibles al cliente, pero en caso de que no admita su responsabilidad, una buena opción es acudir a un taller o laboratorio acreditado que certifique la causa de los problemas del vehículo.
Con el informe se puede acudir a las autoridades de consumo o a los tribunales. Es preferible comenzar por la oficina municipal de atención al consumidor y las juntas arbitrales de consumo, ya que los trámites son más sencillos.
En caso de llegar a la vía judicial, la Ley entiende que el contrato de compraventa queda disuelto si el vendedor lo incumple al entregar un producto en malas condiciones. Eso sí, hay que demostrar que el fallo es responsabilidad de los acusados. En caso de devolución del dinero, si hemos financiado el importe a través de la propia marca, la resolución del contrato de compraventa implica también el de financiación. Si hemos acudido a otra entidad de crédito, será el propio interesado el que deba resolver este extremo.