La homologación de los vehículos a motor que funcionan con hidrógeno quedó esta semana aprobada por amplia mayoría en el pleno del Parlamento Europeo. Esta decisión, que llega después del acuerdo político alcanzado con el Consejo de la Unión Europea en junio, supondrá que pronto verá la luz una nueva directiva europea por la que se incluirán los coches a propulsión de hidrógeno en los sistemas de homologación europeos, lo que facilitará su comercialización a medio plazo.
La Comisión Europea, promotora de la iniciativa, pretende que las las normas de fabricación de estos nuevos vehículos se armonicen, de modo que no se creen diferentes mercados fragmentados dentro de Europa y que serían un obstáculo al comercio intracomunitario y a la propia fabricación. La idea de fondo es reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera de los combustibles sólidos tradicionales pero, según debatieron en Bruselas, siempre que se garantice que la fabricación del hidrógeno con el que se propulsarán estos nuevos motores se haya producido a partir de fuentes de energía renovables.
Bruselas ha puesto en marcha, con el cometido de materializar el proyecto de que dentro de unos años sea posible tener coches de hidrógeno con la consiguiente red de estaciones de servicio para abastecerlos, una red de investigación. Y es que esta tecnología no debe ser sólo respetuosa con el medio ambiente, sino que tiene que ser sostenible a financieramente, es decir, que los nuevos coches puedan ser más baratos que los tradicionales para tener compradores.
Actualmente, un fabricante que pone un vehículo de hidrógeno en el mercado de un país europeo, con el consiguiente respeto de sus estándares de seguridad, encuentra después dificultades para comercializar ese mismo vehículo en otro Estado miembro. Según cálculos de la CE, armonizar los estándares de los vehículos de hidrógeno supondrá un ahorro para los fabricantes de hasta 124 millones de euros entre 2017 y 2025.