En los diferentes menús gastronómicos, el cardo se presenta como un alimento idóneo para disminuir los porcentajes de colesterol, aparte de que también se incluye en dietas para perder kilos, dado su bajo aporte calorífico. Sin embargo, esta hortaliza tiene otro uso. A modo experimental, el cardo está siendo empleado en España como un combustible energético, resultado de recursos biológicos, con la finalidad de reducir la gran dependencia del petróleo, un recurso cada vez más escaso y caro, además de contribuir al freno del calentamiento global y al desarrollo del campo.
En este sentido, el programa de investigación europeo ‘Biocard’ encuadra a 12 instituciones de Europa. Entre ellas se encuentra la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), que trata de confirmar la viabilidad económica de la producción biodiesel por medio del aceite de las semillas del cardo de huerta.
En la actualidad, el biodiesel tiene su base de producción en la planta de la colza, aunque, poco a poco, se han ido sumando otras especies como el girasol y la soja, entre otras muchas
Sin embargo, como apunta Jesús Fernández, catedrático de la UPM, las desventajas de la colza son bastante claras. Por una parte, su producción suele estar concentrada en latitudes más altas. Y a ello hay que sumar los precedentes que se dieron en los años 80 con el nefasto tema del aceite de colza, lo que supone una importante traba para los agricultores de España.
Por el contrario, el cardo ofrece una gran cantidad de semilla que, tras pasar por un proceso de prensado, genera el aceite que funciona como base del biodiesel. Además, también hay que tener en cuenta que la parte leñosa del cardo, previo tiempo de secado, puede emplearse como leña, lo que contribuye a la producción de energía. En definitiva, la propuesta del cardo puede convertirse en una opción muy válida, dado que se logra un aprovechamiento integral y no se trata de una especie excesivamente cara.
Pese a todas las ventajas comentadas hasta el momento, el cardo también tiene su apartado de inconvenientes. Así, la biomasa se presenta como el principal problema, puesto que se requiere el triple de volumen de biomasa que de un derivado del petróleo para producir idéntica cantidad de kilocalorías. Sin embargo, su precio sería considerablemente menor, situándose en 35 euros el coste de una tonelada de forraje seco.
Por otra parte, la biomasa es un campo de creciente interés tanto para empresas como para instituciones. Así, el Ministerio de Educación y Ciencia, a finales del mes de julio del año pasado, puso en marcha el denominado Proyecto Singular y Estratégico para el desarrollo de los cultivos energéticos, consistente en concluir qué especie es la más idónea para cada región, aparte de establecer las condiciones tanto técnicas como medioambientales más adecuadas para el descenso de costes y su propia implantación comercial de cara al próximo año 2012, fecha en que se dará por concluido este proyecto.
Sin embargo, la alternativa del cardo tiene como gran inconveniente la escasez de cultivos. Actualmente, la Universidad Politécnica de Madrid es la única que dispone, a modo experimental, ciertos campos de cultivo del cardo. Es por ello que la mayor parte de las empresas se ven obligadas a recurrir a la importación desde otros países. Tal es el caso de Brasil, que cuenta con grandes latifundios de la citada hortaliza.
Aprovechamiento energético
También hay que subrayar que el Plan del Ministerio, en el que toman parte siete comunidades autónomas, tiene como objetivo primordial alcanzar las 30.000 hectáreas de cultivo, aunque éstas no serán íntegramente destinadas a la producción del cardo, sino que también se tratará de implantar el cultivo de especies como la colza, crinata o cereales. La misión no es otra que la de obtener forraje con la única intención de aprovecharlo para la calefacción y generación de electricidad.