El mercado del automóvil ha cambiado con la evolución de la mecánica diesel. Antes, los motores propulsados a gasoil estaban asociados a vehículos para trabajos de lenta reacción, grandes vibraciones, ruidosos y más económicos. En la actualidad, prácticamente todos los fabricantes ofrecen cada año para sus modelos más avanzados versiones de diesel y gasolina, con similares prestaciones y confort, y los conductores vienen respondiendo con un alto incremento de la demanda y adquisición de estos vehículos. Pero ¿siguen siendo más económicos? La respuesta dependerá de muchos factores. En todo caso, lo que resulta discutible para la mayoría desde el punto de vista del consumo de combustible, del rendimiento del motor y del coste de mantenimiento, es un flagrante «no» en el aspecto impositivo.
Caballos fiscales
El impuesto de circulación es la cuota anual que abonan en cada municipio los vehículos de tracción mecánica. Esta cantidad está determinada por la ‘potencia fiscal’ de un vehículo, cuya unidad de medida es el «caballo fiscal» que resulta de la aplicación de una fórmula determinada por el Reglamento General de Vehículos de 1998. Las medidas propias de los motores diesel hacen que incluso en un mismo segmento de coche (de gama alta o turismo, por caso) el impuesto anual de los diesel sea más elevado pudiendo alcanzar hasta el doble que uno de gasolina.
La fórmula para el cálculo incluye características técnicas del motor: en concreto el diámetro del cilindro, la cantidad de cilindros y el recorrido del pistón. El caso es que todos los motores diesel superan los 12 caballos, por lo que, dependiendo del municipio en que se abone el impuesto, pueden pagar más del doble que un coche de gasolina de similares prestaciones que se hallaría por debajo de esa categoría. Esto quiere decir que todavía en las versiones diesel de un mismo modelo de coche, la fórmula aplicada al motor diesel dará mayor cantidad de caballos fiscales, debido a las mayores dimensiones de los cilindros.
De esta manera, el impuesto será el resultado de los ‘caballos fiscales’ que arroje la fórmula. Estos se encuentran consignados en la ficha de inspección del vehículo, y a los efectos del pago de impuestos, va por franjas. Si bien la fórmula para calcular los caballos fiscales de un vehículo es la misma en todo el ámbito nacional, el impuesto para cada franja lo determinan los municipios. Las categorías para los coches en función de los caballos son las siguientes, con su respectivo valor medio anual:
- Menos de 8 caballos fiscales: una media de 20,02 euros.
- De 8 a 11,999 caballos fiscales: una media de 54,44 euros.
- De 12 a 15,999: una media de 111,56 euros.
- De 16 a 19,999: una media de 144,72 euros.
Por otra parte, no es posible establecer cuánto pagará de impuesto un coche guiándose por la cilindrada de la marca: por ejemplo, 1.6. Esto se debe a que esta cifra no es exacta: hay modelos 1.6 de 1.600 centímetros cúbicos reales, que es valor que se aplicará en la fórmula), y otros que son de 1.500 centímetros cúbicos y poco más, por lo que el resultado variará.
Posiblemente la diferencia en el impuesto no sea lo suficientemente significativa para determinar la conveniencia económica de los diesel en comparación con los vehículos de gasolina. Pero hay que considerar que el pago del impuesto es anual, y en todo caso incluirlo en el cálculo, que ya comprende un mayor tributo impositivo en el momento de la compra y en la prima del seguro: las versiones diesel pueden costar entre 2.000 y 3.000 euros más.
Según los expertos, deben recorrerse un mínimo de 15.000 kilómetros al año para amortizar el precio de venta de un diesel con la pequeña diferencia a favor en el coste del combustible, y estar en posesión del coche durante más de tres años para rentabilizar al máximo su compra.