El hidrógeno es la principal alternativa al petróleo como fuente de energía para propulsar los vehículos. Su mayor ventaja es que es una materia prima limpia, ya que no emite dióxido de carbono (CO2). Pero es necesario encontrar un medio seguro y barato para almacenarlo que pueda desarrollarse de forma industrial.
Una investigación internacional, dirigida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha logrado almacenar hidrógeno de forma estable en nanocuernos (estructuras porosas de carbono), que puede ser liberado para su uso de forma controlada.
El uso del hidrógeno como fuente alternativa de energía está cada vez más cerca
«Nuestras investigaciones se centran en buscar materiales que permitan almacenar hasta seis kilos de hidrógeno, que sirvan para hacer 500 kilómetros en un vehículo utilitario y que se puedan recargar en unos tres minutos», explica Javier Bermejo, del Centro de Física de Materiales (centro mixto del CSIC y la Universidad del País Vaco), ubicado en San Sebastián.
Nanocuernos de carbono
Para desarrollar el trabajo, los científicos utilizaron, por primera vez, nanocuernos de carbono en lugar de los tradicionales nanotubos. Agrupadas formando una flor, estas nuevas nanoestructuras de 0,1 micrómetros, tienen una gran superficie específica que permite adsorber gran cantidad de gas. «Hemos visto que el hidrogeno se une al nanocuerno de forma mucho mas fuerte que al nanotubo y puede ser liberado para su uso en condiciones controladas. Además, al contrario que con los nanotubos, la unióna la estructura carbonosa es estable a temperaturas significativamente más elevadas, lo que abre una nueva vía para su comercialización», afirma Bermejo.
Aunque el hidrógeno proporciona menor densidad de energía que los combustibles fósiles, es una alternativa prometedora como fuente de energía. La sustitución del petróleo por hidrógeno ayudaría a eliminar los gases de efecto invernadero, ya que este último sólo produce vapor de agua.
Producción de vehículos
La Comisión Europea ha propuesto recientemente que se armonice la producción de los vehículos de hidrógeno en la Unión Europea para que pueda aumentar la presencia de éstos en el mercado y se reduzcan así las emisiones de gases a la atmósfera. La situación actual, según explicó el comisario europeo de Industria, el alemán Günter Verheugen, es que estos coches de hidrógeno no están incluidos en la clasificación europea de recepción de vehículos (WVTA en sus siglas en inglés), de modo que en la práctica es muy difícil su comercialización en un país distinto del de fabricación.
La idea de Bruselas es que este tipo de coches, cuando salgan al mercado, respondan a los mismos estándares de seguridad y fabricación que el resto de utilitarios que hay ahora en el mercado de igual gama pero que funcionan con combustibles clásicos, como gasolina o gasóleo. Ahora estos coches reciben una especie de autorización nacional en el país donde se fabrican y del que no pueden salir y venderse en otros países como consecuencia de la laguna que hay en la materia y que ahora se intenta subsanar.
Además, la CE autorizó destinar 470 millones de euros a un proyecto de partenariado público-privado para el desarrollo del hidrógeno, ya sea éste para combustible de automóviles o de pilas. Las empresas privadas interesadas, entre las que están las principales petroleras y fabricantes de coches, aportarían la misma cantidad de dinero que la CE a la investigación.